20 Tema 17- Jesús, el Consagrado

20. Jesús, el Consagrado

Reflexión bíblica

Lectura, o guión para el que dirige

Del Evangelio según San Lucas. 1,1; 1,9-13.

Del libro del Levítico. 8,6-12.

Moisés mandó que se acercaran Aarón y sus hijos y los lavó con agua. Le impuso a Aarón la túnica y se la ciñó con la faja; le vistió con el manto y le puso encima el efod. Luego le impuso el pectoral.

Colocó la tiara sobre su cabeza y puso en su parte delantera la lámina de oro, la diadema santa, como Yahvé había mandado a Moisés.

Y derramando óleo de la unción sobre la cabeza de Aarón, lo ungió y lo consagró, PALABRA DE DIOS.

 ¿Qué es la consagración? ¿Qué es una cosa consagrada? ¿Quién es un consagrado?…

La palabra «consagración» suscita respeto y temor santo.

Indica que eso consagrado está lleno de Dios, o es para Dios, o manifiesta especialmente a Dios.

Por eso da miedo el sacrilegio, que es la profanación de una persona o una cosa consagrada.

El primer consagrado es Jesucristo.

Aquello de Moisés con Aarón, ungido sumo sacerdote, no fue más que una figura e imagen muy imperfectas de lo que iba a venir con Jesucristo, como lo dirá magistralmente ya el Nuevo Testamento:

«Así es el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, encumbrado sobre los cielos…

La Ley constituía sacerdotes a hombres débiles, pero, posterior a la Ley, nombra a uno que es Hijo, perfecto para la eternidad» (Hebreos 7,26-29)

Lo reconoce el mismo Jesús: «El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha ungido» (Lucas 4,18). San Pablo dirá que en Cristo «habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad» (Colosenses 2,9).

Y consciente Jesús de ser el gran consagrado, se entrega a la cruz en sacrificio por nosotros: «Por ellos me consagro yo, para que también ellos sean consagrados» (Juan 17,19)

Esta consagración nuestra en Cristo, a impulso del Espíritu Santo, para gloria del Padre, se realiza radicalmente en el Bautismo y la Confirmación, que nos dan el Espíritu Santo y nos transforman en algo sagrado.

«¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y mora en ustedes, y que ya no son suyos?» (1 Corintios 6,19).

Los cristianos somos entonces «linaje escogido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su patrimonio» (1 Pedro 2,9)

La consagración en la Iglesia deriva toda de Jesucristo. Solo Dios es quien consagra.

Y consagró de una manera tan total a Jesucristo por el Espíritu Santo, que es imposible pensar en una consagración mayor.

Página 1

Después, Jesucristo en la Iglesia, por Sí mismo y mediante sus ministros, consagra a personas y cosas, que quedan consagradas a Dios, de modo que ya no se pertenecen a sí mismas, sino que son propiedad exclusiva de Dios.

Con la Eucaristía, pan consagrado y convertido en el Cuerpo de Cristo, el Señor nos ofrece cada día consigo al Padre, y, recibido en la Comunión, nos llena de tal modo de la Divinidad, que somos unos consagrados totales. Somos entonces algo tan sagrado, que no se puede llegar a más.

Hablo al Señor. Todos

Señor Jesucristo, el Consagrado de Dios, y que por tu Espíritu Santo, derramado en mi corazón, has consagrado también todo mi ser para gloria del Padre y posesión exclusiva suya.

Quiero vivir en plenitud mi consagración bautismal. Por ella, mi vida entera es sólo de Dios y para Dios.

Todo mi ser es una víctima colocada sobre el altar, y yo no puedo quitarle ningún pedazo, que sería un sacrilegio, un robo hecho a mi Dios, para el que es mi vida entera, como lo fue la tuya, Jesús.

Contemplación afectiva. Alternando con el que dirige

Jesús, consagrado ya de niño al Padre en el templo.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que fuiste consagrado por el Espíritu Santo.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que viviste radicalmente consagrado al Padre.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que te consagraste para nuestra santificación.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que por tu Espíritu consagraste del todo a María.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que me has consagrado como miembro de tu Iglesia.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que por el Bautismo me consagraste en todo mi ser.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús que en la Confirmación me sellaste con tu Espíritu.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús que me unes a tu sacrificio en la Eucaristía.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que asumes mi oración para hacerla digna de Dios.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que conviertes mis sacrificios en hostias para Dios.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Jesús, que me has unido a tu sacerdocio único y eterno.

Señor, conságrame contigo al Padre.

Página 2

TODOS

 Señor Jesús, modelo de mi consagración bautismal.

Contigo ofrezco el mismo sacrificio de mi vida entera, por la fuerza del Espíritu, en honor del Padre.

Y al consagrarme al Padre, como Tú, haz que sienta mi compromiso con los hermanos, los cuales esperan mi ayuda para su salvación.

 Madre María, poseída plenamente por el Espíritu y rendida del todo al querer de Dios.

Yo me pongo ahora en tus manos para que Tú me lleves a Cristo, y por Cristo al Padre.

Que mis pensamientos, mis ilusiones, mi actividad entera, manifiesten las maravillas de la gracia del Señor en mí.

 En mi vida. Autoexamen

¿Aprecio mi dignidad de persona consagrada a Dios, como lo fue Jesús?

¿Llevo de tal manera al Espíritu Santo, mi consagrante, que por nada se tiene que alejar de mí?…

¿Está mi alma de tal modo unida a Cristo, que mi jornada entera, por la oración ferviente, el trabajo serio, la diversión honesta, el amor puro, por todo lo que hago, es digna de la gloria del Padre?…

Cuando participo en la Eucaristía, cuando comulgo, cuando me pongo en contacto con Jesús en el Sagrario, ¿me ofrezco para hacer la voluntad de Dios, que a veces me cuesta cumplir?…

Por mi consagración bautismal, soy una hostia santa: ¿vivo en todo conforme con mi dignidad cristiana?…

PRECES

Dios nuestro, que consagraste con el Espíritu Santo a tu Hijo, Jesucristo, como Sacerdote, Profeta y Rey de la Nueva Alianza.

Acéptanos también a nosotros como consagrados a ti.

 A nuestros sacerdotes, ministros de Cristo y dispensadores de tus misterios:

— Concédeles vivir en plenitud su vocación excelsa.

A las vírgenes cristianas, consagradas del todo a Jesucristo, el Esposo de la Iglesia:

— Mantenías fieles en su santo propósito.

A los esposos cristianos, cuyo amor consagraste con el sacramento del Matrimonio:

– Guárdalos firmes en ese amor sagrado y en la mutua fidelidad.

A todos nosotros, consagrados a ti con nuestro Bautismo:

– Haznos dignos de nuestra vocación cristiana.

Página 3

Padre nuestro.

Señor Sacramentado, Tú eres la consagración más cabal a Dios.

Has hecho desaparecer el pan y el vino, convirtiéndolos en tu propia Carne y Sangre.

Señor omnipotente, conviértenos de igual modo a nosotros en ti para ser una hostia contigo, entregada del todo al Padre y al bienestar y salvación de los hombres nuestros hermanos.

Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Recuerdo y testimonio… 

    1. San Antonio María Claret, en un arrebato místico, pidió a Jesús:

“Padre mío, tomad este mi pobre corazón, comedlo así como yo os como a Vos, para que yo me convierta todo en Vos.

Con las palabras de la consagración, la sustancia del pan se convierte en la sustancia de vuestro Cuerpo y Sangre.

¡Ah, Señor omnipotente, hablad sobre mí, y convertidme todo en Vos!”.

Esto es una realidad en quien comulga, según la profunda sentencia del Abad Ruperto, que pone en labios de Jesús estas palabras:

«Aliméntense de mí y serán, por mi gracia, lo que yo soy por naturaleza».

Por la Comunión, ¡el hombre se hace Dios!…

    1. Teodoro de Ratisbona, judío, se convierte y se bautiza.

En la comunidad hebrea de Estrasburgo se armó una gritería grande, comprensible en aquel tiempo.

Pero llegó al colmo cuando Teodoro se quiso ordenar de sacerdote.

Un tío suyo, furioso:

– Prefiero verte cortado en mil pedazos antes que vestido con una sotana.

Y Teodoro, tranquilo:

– Tío, ganarías muy poco.

Pues cada pedazo llevaría la sotana puesta y, en vez de una sotana, tendrías mil.

Eso es amar y vivir la propia consagración a Dios…

 

— Página 4 —