15 de Noviembre del 2020
Aquí Tiene los Tuyo
“Aquí tienes lo tuyo”. Esta fue la respuesta del tercero de los empleados. «Misión cumplida, todo en regla. Puedes comprobar que no falta nada. Estamos en paz. Ya no te debo nada. Lo que me diste, tal cual, te lo devuelvo».
Cuando alguien devuelve un regalo sin abrirlo siquiera, o aunque lo haya abierto, pero no lo ha aprovechado en absoluto… está ofendiendo tristemente a quien se lo dio.
Resulta que Dios te dice: «Aquí tienes: dejo en tus manos toda una fortuna (un talento equivalía al sueldo de unos 20 años de trabajo de un jornalero agrícola).
Esto es lo que te encomiendo y dejo a tu completa disposición. Utilízalos y distribúyelos como mejor te parezca, como tú creas que yo los utilizaría. Cuento contigo para hacer mi trabajo, mientras yo estoy lejos. Probablemente tarde en volver.»
La parábola de Jesús quiere concienciarnos de que hemos recibido muchísimo, aunque no todos lo mismo, a cada cual se le ha dado según su capacidad. Fíjate que te lo da todo para que lo uses, para que lo gastes, y no para que lo tengas guardado para ti. Es para invertirlo. Nos quiere creativos, emprendedores, con iniciativa.
“Porque el cristiano arriesga, tiene la valentía de arriesgar para llevar el bien, el bien que Jesús nos ha dado, que nos ha dado como un tesoro. Arriesgar significa involucrarse”, “El cómodo criterio del ‘siempre se ha hecho así’ no vale. Hay que actuar con audacia, creatividad y repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores”. (Papa Francisco).
Limitarse a contemplar, guardar, preservar, proteger, esconder, defender… equivale a enterrar, a desperdiciar.
Aquel último empleado, a los ojos de Dios, había sido holgazán, negligente. No dice que haya hecho cosas malas, sino que ha dejado de hacer cosas buenas, que sus talentos (que son un préstamo, pues siguen siendo suyos) están sin tocar, sin abrir, sin usar. No ha sabido o no se ha atrevido a hacer algo con aquellos dones: algo bello, algo nuevo, algo que haya merecido la pena, no ha hecho que «suceda» algo.
O todavía peor: «tuvo miedo». Su idea de un Dios exigente le paraliza.
«La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios.
Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto. Nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones. Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos”. (Papa Francisco)
El miedo a equivocarse, el miedo a la crítica y el rechazo, el miedo a quedarse solo, el miedo a que te descalifiquen o te arrinconen… «Prefiero una Iglesia accidentada porque se arriesga y busca caminos para ser servidora en el mundo de hoy, que una Iglesia enferma recluida en sí misma, por miedo o por aferrarse a las propias seguridades y tradiciones».
En cambio, el siervo fiel y cumplidor no “devuelve” nada, Sino que “presenta”. Es distinto. Y además, el amo no le pide cuentas. Le bastan los resultados. Sabe que detrás de ello habrá historias. Me imagino que en «el gozo de su señor», en la eternidad, habrá «tiempo» para escucharlas y gozar con ellas:
– la bondad que consiguió colocar en los lugares más impensables
– el perdón que regaló a quien menos se lo esperaba
– el cariño sembrado en los corazones más resecos y doloridos
– la libertad y la valentía para levantar la voz defendiendo la justicia, la verdad, al pobre, al emigrante…
– cuando no le importó invertir en las causas de los perdedores (aquí es donde consiguió los mejores intereses, curiosamente, aunque «perdiera» lo invertido)
– las palabras amables que dejó caer en el bolsillo del corazón de aquellos que tanto las necesitaban…
– el empeño en renovar, mejorar y recrear… cuando otros decían «no se puede hacer nada» o «no merece la pena», o «es imposible….
El amo “tarda tanto en volver”, quizá porque quiera darnos tiempo para gastarlo todo, para que calculemos y discernamos dónde y cómo emplear nuestros recursos.
Él no preguntó a sus siervos si habrían podido producir más. Sin embargo, estoy seguro de que sí le interesa saber de nuestro cansancio, de la pasión con que hemos trabajado, la esperanza que nos ha guiado, los riesgos que corrimos. incluso nuestros fracasos…. Mejor si no nos hemos guardado nada “por si acaso”.
Porque sólo gastando se le pueden presentar resultados. Incluso es probable que su llegada sea la ocasión de caer en la cuenta de cuánto bien hemos hecho, porque con frecuencia no vemos los frutos de lo que hemos sembrado.
“El que había recibido un talento, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor”.
¡Cuántos agujeros vamos haciendo en la tierra, puede que darnos cuenta! ¡Cuánto guardamos, escondemos, arrinconamos, descartamos, minusvaloramos…!
– Aquí tienes «tu» vida, Señor. Te la devuelvo tal cual. He estado tan ocupado, acelerado, estresado… viviéndola… que no me he parado a pensar como aprovecharla. Lo iba dejando… y al final no tuve tiempo.
– «Aquí tienes» «tu» libertad. La usado más bien poco. He preferido obedecer, dejarme llevar por lo que hacía casi todo el mundo, lo que me recomendaban, lo que me mandaban, lo que se esperaba de mí… Así que no me metí en problemas ni complicaciones. Aquí la tienes de vuelta.
– «Aquí tienes» el corazón que me diste. He querido más bien poco, porque te llevas muchas desilusiones, te hacen heridas, descubren que uno es vulnerable y se aprovechan. He amado a unos poquitos escogidos, a los míos, a los que podían corresponderme…
– «Aquí tienes» «tu» Palabra. La recibí con frecuencia “en las misas”, y la «guardaba» bien en mi memoria… algunas veces. Pero a menudo allí se quedaba, sin afectar gran cosa a mi vida, a mis decisiones…
– «Aquí tienes» la comunidad de hermanos en la fe: no me ocupé mucho de ella; y quizá «aquí tienes» una fe poco arriesgada, poco madurada, poco formada, y «aquí tienes»…
Siempre pensé que habría estado bien que Jesús hubiera presentado un siervo con las manos vacías, sin nada.
Pero luego me he dado cuenta de que sin parábola, en la realidad, ya hubo un Siervo que lo arriesgó todo, que lo entregó todo, hasta la propia vida, hasta quedarse sin nada, fracasado, abandona… Y fue el Primero en entrar en el gozo de su Señor y Padre.
La invitación de la Palabra del Señor es a mirarnos las manos, y caer en la cuenta de tantos dones que nos ha encargado cuidar y administrar. No son nuestros.
No recuerdo quién dijo que al Señor sólo podremos «presentarle» el día de su regreso aquello que hayamos repartido, y nos pedirá cuentas de todo lo que nos hemos guardado.
¿Qué pesará más? ¿El «aquí tienes»? ¿O el mira lo que he repartido?
por Quique Martínez de la Lama-Noriega. cmf
Novena a Los Angeles Custodios
Séptimo Día de la Novena a los Ángeles Custodios
Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
Oración para cada día de la novena
A Vos, santo Ángel de mi Guarda, acudo hoy en busca de especial favor. Habiéndote puesto Dios por custodio y protector mío, nadie como Vos conoce la miseria y las necesidades de mi alma y los afectos de mi corazón.
Vos sabéis el deseo que tengo de salvarme, de amar a Dios y de santificarme; más, ¡ay!, también sabéis mi inconstancia y lo mucho que he ofendido a Dios con mis faltas y pecados.
Vos, que sois para mí el guía más seguro, el amigo más fiel, el maestro más sabio, el defensor más poderoso y el corazón más amante y compasivo, alcanzadme de Dios la gracia suprema de amarle y servirle fielmente en esta vida y poseerle eternamente en la gloria.
Y ahora os ofrezco humildemente los pequeños obsequios de esta Novena, para que también me alcancéis las gracias especiales que en ella os pido, si no son contrarias a la gloria de Dios y al bien de mi alma. Así sea.
Séptimo día
¡Oh Espíritu purísimo, encendido todo en amor de Dios!, alcanzadme este fuego divino, y al mismo tiempo una verdadera devoción a vuestra augusta Reina y buena Madre mía, la Virgen Santísima.
Os pido que, por intercesión de María, me obtengáis de Dios la caridad perfecta y la devoción a María, que sean para mi fuente abundantísima de méritos, camino segurísimo de salvación y el más dulce consuelo en la hora de la muerte.
(Se dicen las intenciones de la novena)
Oración a la Santísima Trinidad
Para obtener de Dios las gracias que esperamos, ¡oh buen Ángel de la Guarda!, en unión vuestra y de todos los otros Ángeles del cielo, y por mediación de la Virgen Maria, Madre de Dios y Madre nuestra, saludo ahora a la Trinidad Santísima con el Trisagio angélico, diciendo de todo corazón:
Santo. Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Padre Eterno: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Hijo Unigénito: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Espíritu Santo: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Ángel de mi Guarda
Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
pues la bondad divina me ha
encomendado a ti, ilumíname,
dirígeme, guárdame.
Amén.
Ángel de mi Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Ni vivir, ni morir en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración del Papa por el Coronavirus
“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.
No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.
Adoración Nocturna
Adoración nocturna todos los viernes de 9PM a 8AM.
Lugar: Capilla de Guadalupe
Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)
Night Adoration will begin June 14th, every Friday 9PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).
ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ANGEL:
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)