28 de Noviembre del 2021
Desempolvar la esperanza
Al escuchar toda esta serie de catástrofes anunciadas por Jesús (aunque esté utilizando un lenguaje simbólico propio del género literario llamado apocalíptico), uno cae en la cuenta de que precisamente en estos días que vivimos abundan situaciones y avisos de un tono similar al que usa Jesús.
+ Con motivo de la reciente Cumbre del Clima, y ya mucho antes, se nos viene avisando de las terribles consecuencias que tiene el cambio climático para la economía, para la salud, para la naturaleza, y en otros muchos aspectos (sequías, falta de agua potable, inundaciones…) aunque no parece que haya mucha intención por parte de los poderosos (y acaso tampoco en «los de a pie») de tomar las medidas adecuadas para evitar un desastre.
+ Estamos asistiendo a un gran cambio en el mundo laboral con el teletrabajo, con la mecanización de muchas tareas que sustituyen a los trabajadores, con la consiguiente reducción de puestos de trabajo, la dificultad para que los jóvenes se incorporen al mismo, o que los no tan jóvenes se adapten a las nuevas realidades profesionales, la desaparición de tantas empresas de toda la vida…
+ Estamos padeciendo una grave pandemia que no terminamos de controlar, que ha alterado muchas de nuestras costumbres, que se ha llevado a mucha gente por delante, que ha agrandado la brecha entre ricos y pobres (en poblaciones y entre países), la escasez de medicamentos, otras situaciones graves que se han descuidado «a cambio» como el hambre en el mundo y otras muchas enfermedades…
+ Nos hablan de que no están garantizadas las pensiones de ciertas franjas de edad. Tenemos un IPC disparado, escasez de recursos (chips, alimentos, productos varios…) y una crisis económica de la que aún no conocemos sus auténticas dimensiones…
+ Y el miedo, la angustia, la depresión, el estrés, los problemas de salud mental, los radicalismos políticos y los populismos, las xenofobias, etc están a la orden del día…
No hace falta seguir. Pero así es como nos encuentra este Adviento, que nos entra de la mano de San Lucas. Y son importantes y necesarias las palabras de Jesús: «Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
Los discípulos de Jesús no somos catastrofistas. Menos aún «negacionistas» de estas realidades. Ni indiferentes ni conformistas ante ellas. En este tiempo nuevo de Adviento el Señor Jesús nos invita a recuperar la esperanza, a desempolvar la esperanza, a ofrecer al mundo motivos para la esperanza, que tiene como punto de partida el ser muy conscientes de la realidad y estar atentos a ella.
Y mirarlo todo con la confianza y la valentía y la fortaleza que nos vienen de la fe. ¿Cómo? Aprovecho algunas ideas de James Keller, fundador de los Cristóforos….
- La esperanza empieza por encontrar el bien que hay en los demás (tantas personas buenas), en lugar de hurgar y revolver en lo negativo. Así nos lo indica san Pablo (Rm 8, 28): «Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman».
- Como nos dicen los profetas: «hay brotes» en el viejo tronco. Hay novedades, la vida siempre lucha por salir adelante. Atentos, pues, a esos brotes en nuestra vida, en nosotros, en la Iglesia y en nuestro mundo. Es una buena actividad para el Adviento: ir tomando nota de esos «brotes» y orar con ellos.
- La esperanza abre puertas allí donde la desesperación las cierra. Invita a levantar la cabeza y mirar más arriba, más lejos, más adentro. Y mejor si miramos con otros.
La esperanza nos descubre lo que puede hacerse, porque siempre se puede hacer algo, en lugar de lamentarse o protestar por lo que no depende de nosotros.
Quejarse, buscar culpables, echar balones fuera, sentirse derrotados… no está en el diccionario de la esperanza.
- La esperanza recibe su potencia de la profunda confianza en el Dios de la Pascua y en la fundamental bondad humana que Dios sembró en cada uno.
La esperanza enciende una vela en la oscuridad. La Luz de Dios irrumpió en medio de la noche de Navidad, y convirtió la noche del Viernes Santo en mañana luminosa.
- La esperanza considera los grandes y pequeños problemas de la vida como oportunidades, como retos, como invitaciones al cambio. La esperanza se propone a veces grandes ideales y metas, pero también pequeños cambios y objetivos. Qué pequeña era la niña María, qué poca cosa era José. Y qué minúsculo el Niño. Pero lo cambiaron tanto todo…
- La esperanza no se rinde por las repetidas dificultades y derrotas, empuja hacia delante cuando la tentación sería abandonar y pasar de todo. Y se alegra con las pequeñas victorias, sabiendo que aún queda camino por delante.
La esperanza sabe que a veces toca perder pero se fundamenta en la certeza divina de la victoria final. Todo está en las manos de Dios. El mundo, la Iglesia y también yo.
Y como todo está en sus manos, se trata de renovar, refrescar, buscar, abrazar, poner como centro, como referencia, como cimiento de nuestra vida al Señor.
Porque la esperanza sabe que, pase lo que pase, el Señor va con nosotros (Emmanuel). No hace que desaparezcan las dificultades, pero sí que ayuda a que no nos derroten ni destruyan.
Jesús fue capaz de atravesar el camino de la cruz, del fracaso, del rechazo, de la oscuridad… de la mano de la esperanza. Porque su esperanza se llamaba «Abba, Padre Dios».
Algunas pistas más concretas:
- Podemos comenzar por cuidar nuestra relación personal con Dios. El Adviento es una llamada a tomarnos en serio, a cuidar, a renovar, a fortalecer nuestra oración personal, porque es el Señor la fuente de nuestra esperanza.
Una oración que nos ayude a encontrarle ya presente, porque vino y se quedó para siempre, «hasta el fin del mundo».
Guardarnos tiempos para estar con él. Solos, y en comunidad creyente. Qué acertados los apóstoles que, cuando les faltó el Señor y todo eran miedos y dudas… permanecieron juntos en oración.
La oración y la liturgia bien vividas nos acercan al otro, nos hacen más hermanos… Nos lo ha recordado San Pablo: «Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».
- Además tengamos en cuenta la advertencia del Evangelio: Tened cuidado, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida.
Tened cuidado de todo lo que nos «embote», anestesie, distraiga o evada de la realidad cotidiana: pueden ser las compras sin medida ni discernimiento, pueden ser las nuevas tecnologías, las redes sociales, pueden ser las evasiones de todo tipo (evadirse significa huir): cada cual ponga nombre a las suyas.
Y por lo tanto, al revés: prestar atención a las personas. Dice el Papa Francisco: «Demasiadas personas cruzan nuestras existencias mientras están desesperadas (y enumera unos cuantos grupos de éstas).
Son rostros e historias que nos interpelan: no podemos permanecer indiferentes, están crucificados y esperan la resurrección. Que la fantasía del Espíritu nos ayude a no dejar nada por hacer para que sus legítimas esperanzas se hagan realidad».
- Y en este tiempo sinodal, la esperanza que está siempre en movimiento, pasa también por las comunidades cristianas, hijas de la resurrección, que salen, anuncian, comparten, soportan y luchan por construir el Reino de Dios.
Necesitamos mirar con esperanza a nuestra Iglesia, a nuestras parroquias y comunidades cristianas: necesitamos una conversión profunda que nos haga más misioneros, más en comunión, más implicados, más participativos, más valientes, más corresponsables, más renovadores e innovadores.
¿Qué aporto yo y qué aportamos como comunidad a la necesaria transformación que nos piden los signos de los tiempos?
«Discernir» o valorar es palabra importante. Estar atentos es palabra importante. Buscar la serenidad entre tantas inquietudes es palabra importante.
Conclusión: desempolvar y regar la ESPERANZA. Cuidar, mejorar, tomarnos más en serio la ORACIÓN personal y comunitaria y las relaciones personales y eclesiales (AMOR MUTUO). Y TENER CUIDADO con lo que pueda embotarnos, asustarnos, evadirnos. Tarea de Adviento y de cada día de nuestra vida.
por Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Oracion:
Oración a San José
Del papa León XIII
A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.
Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.
Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.
Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.
Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.
Oración al Espíritu Santo
Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:
“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.
Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.
Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.
Ayúdame a rezar debidamente.
Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.
Amén.
Video de la Semana
Cristo el Rey – Destellos Musicales – Instrumentos de Jesús y María
Adoración Nocturna
Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.
Lugar: Capilla de Guadalupe
Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)
Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).
Oración a la Santísima Virgen María
Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.
Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.
Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.
Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.