Mensajes de la Semana: Noviembre 13 del 2022

Evangelio de Jesús13 de Noviembre del 2022

Esperando El Último Día

                Nos encontramos en el penúltimo domingo del año litúrgico, y los textos bíblicos nos hablan del “final de la historia”, del final de los tiempos, de juicio, de cosecha, de fuegos y hornos, de separar, de castigo y premio… 

       En tiempos no muy lejanos estos temas estaban muy presentes en las predicaciones, y se utilizaban relatos como los de hoy para amenazar, meter miedo y lanzar condenas contra esto y lo de más allá.

Tal vez hoy nos hemos ido al otro extremo, y este tema se silencia, se evita. Entre las creencias de muchos cristianos han dejado de estar presentes palabras como Juicio Final, condena, salvación, infierno y hasta la resurrección de los muertos, que en algunos casos ha sido substituida por cosas tan exóticas y ajenas a nuestra fe como la reencarnación, la transmigración de las almas, la liberación del espíritu/karma o la “fusión con la energía natural”… 

Y no faltan algunos grupos -sectas-, abordando a la gente, por lo general poco formada en cuestiones bíblicas y de fe, con “el fin del mundo”, que está ahí, a la vuelta de la esquina del año «X», y ven por todas partes signos de ese final amenazador y terrible…

Las lecturas de este domingo nos ofrecen algunas claves para situar este tema en su justo lugar.

  • En primer lugar la del profeta Malaquías. Los israelitas de su tiempo se cuestionaban qué sentido tenían sus buenas acciones, de qué valía cumplir los mandamientos de Dios… cuando se daban cuenta de que a los malvados les iba muy bien en este mundo, y a los justos, a los buenos les rodeaban los sufrimientos y las dificultades,  y con frecuencia el fracaso más absoluto.

Pregunta que es lógico formularse también hoy, pues el mal está muy presente en nuestro mundo, a pesar del esfuerzo a menudo inútil de «los buenos». 

      El profeta empieza asegurando que Dios es fiel y nunca abandona al que le teme y sirve… y anuncia que habrá un día, el Día de Yahveh, el día del Juicio, para colocar a cada uno en su sitio, de hacer el balance de la vida de cada cual, y hacer justicia a quienes han sido objeto de injusticias…

Afirmar que Dios hará justicia no implica rechazar la afirmación de que “Dios es bueno”, que perdona siempre, y que quiere salvar a todos…

Porque no podemos olvidar que el hombre ha sido creado con libertad, y en ella queda incluida la posibilidad de la autodestrucción, de la opción por el mal, de la traición a los hermanos, etc… ante lo cual a Dios no le queda otro remedio que asumirlo y sufrir sus consecuencias, porque al crearnos decidió respetar absolutamente nuestra libertad y responsabilidad personal.

     En un mundo agrícola como el de aquel tiempo, fue lógico echar mano de imágenes del campo para explicar este hecho: la recolección, donde se aparta el grano de la paja, para quemar ésta y guardar aquélla.

Tal vez hoy se habría hablado de arrojar a los contenedores para ser “reciclados”… La imagen es sólo una imagen, un símbolo.

         Pero anuncio del Juicio no se vivía con temor por parte del pueblo fiel: no era una amenaza para ellos, sino un acontecimiento que les llenaba de esperanza y de fuerza para su vivir de aquí.

Ellos serían rodeados de luz, les envolvería la paz, disfrutarían del Banquete del Reino, verían a Dios cara a cara, etc: «a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra» (primera lectura).

  • En tiempos de Jesús muchos daban por hecho que la llegada de ese Día anunciado por los profetas era inminente, y estaban a la espera de una intervención espectacular de Dios, que algunos aprovechaban para sus predicaciones amenazadoras y sus intereses personales (económicos y de todo tipo: como también hoy).

Y Jesús aclara unas cuantas cosas que nos valen para todos los tiempos:

– Que vendrán muchos “en nombre de Dios”, o dándoselas de tener las «claves mágicas y secretas» de lo que los demás -normalmente ellos ya están a salvo- tenemos que hacer ante la difícil situación y la catástrofe que se avecina.

Pueden ser economistas, organismo internacionales, políticos, incluso líderes religiosos…


Pues no les deis ciegamente vuestro consentimiento, no os conforméis con la realidad, no agachéis la cabeza pensando que no hay nada que hacer, o que sólo cabe hacer lo que nos digan ellos…

– Cuando veáis (y las vemos hoy) guerras y revoluciones, terremotos, epidemias y hambre, espantos y grandes signos en el cielo…

Cuando veáis que los mercados se tambalean, que el paro se dispara, que el número de personas en riesgo de exclusión crece, que faltan recursos naturales y económicos… ¡no tengáis pánico! Eso son cosas propias de nuestro mundo.

Todos los sistemas e instituciones, y todas las seguridades, y todos los mecanismos económicos… son pasajeros, se terminan tarde o temprano, a veces con gran estrépito. La historia está plagada de ejemplos.

Pero entonces: «Será la ocasión de que deis testimonio«…
– Y reorientando la preocupación de sus oyente en otra dirección, les avisa:

A vosotros, a mis discípulos, a los que os toméis en serio mi mensaje, «os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a los tribunales y a la cárcel y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por ser de los míos».

Y os traicionarán incluso vuestros propios familiares, y matarán a algunos de vosotros, y os odiarán por mi nombre…

            Esto último sí que nos tiene que preocupar, pues nos afecta directamente. Es señal de que estamos en el buen camino. Jesús no puso paños calientes a su mensaje, ni disimuló su radicalidad.

Y por eso afirma: ser de los míos os tiene que suponer dificultades. Y en esos casos nos toca ser testigos, demostrar en dónde tenemos puesta nuestra confianza, por qué valores y estilo de vida hemos optado…

Jesús, con su anuncio del Evangelio fue dando claves para poder alumbrar un nuevo mundo:

– Hacer que las personas sean más importantes que las cosas
– Cuidar de la naturaleza como un don de Dios, contando con las próximas generaciones, y no sólo con nuestras necesidades egoístas. No seamos depredadores ni destructores de la misma.

– Aprender a vivir con menos… para que al menos podamos (todos) vivir. ¡Cuánto derroche de recursos!

– Que no falte la solidaridad entre todos los hombres, no sólo con los cercanos o los nuestros

– Poner las bases de la justicia, la verdad y la paz en las relaciones personales y sociales
– No «divinizar» ni absolutizar nada ni a nadie y exigir siempre responsabilidades a nuestros líderes políticos, económicos y religiosos

– No dejarnos vencer por la desesperanza y el catastrofismo. Y ser «perseverantes» y testigos en lo importante, en lo necesario, en lo innegociable

– Buscar lo que nos acerca, lo que nos hermana, lo que nos une y no lo que nos enfrenta

  • Y aquí llega San Pablo con la segunda lectura : “Me he enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo”.

Es decir: cuando vemos a nuestro lado hambres y guerras, gente que vive sola, niños sin familias, jóvenes atrapados por las drogas, manipulaciones, bulos y vulgaridad, cuando percibimos que tantos hombres hoy no conocen ni experimentan a Dios, cuando el consumo/individualismo/comodidad se han convertido en los nuevos ejes de nuestras sociedades occidentales, cuando falta poner tanto corazón y comprensión a nuestro lado, ¿tú qué haces?

¿Te has visto ya en dificultades por ser de los de Jesús?

¿Te has tomado en serio las Bienaventuranzas y el resto del Evangelio?

¿Te has encontrado problemas con los de tu propia familia por ir contracorriente?

¿Se te han presentado dificultades en tu trabajo por hacer las cosas “como Dios manda”?

¿O tal vez eres de los que andan “muy ocupados” en no hacer nada?

¿Nada?

¿Nada que merezca la pena, nada que cuente en el Banco Interplanetario Celestial donde estamos llamados a tener «un tesoro» en palabras del mismo Jesús?

 Así salvaremos nuestras almas/vidas.


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.

Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, prudentísimo Custodio de la Divina Familia, el linaje escogido de Jesucristo.

Preservadnos, Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción.

Sednos propicio y asistidnos desde el cielo, poderosísimo protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos, y sostenidos por vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Las Mañanitas – En Tu Día – Cien Ovejas- Instrumentos de Jesús y María

El cuerpo es templo de Dios no tuyo

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 101. Jesús pregunta a su Madre acerca de los discípulos

Capítulo 102. El encuentro con Jonatán y la curación de Juana de Cusa


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

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Mensajes de la Semana: Noviembre 6 del 2022

Evangelio de Jesús6 de Noviembre del 2022

Al Otro Lado de la Muerte

La cultura occidental se ha ocupado a menudo del tema de la muerte. Muchos grandes filósofos anduvieron a vueltas con algún género de supervivencia más allá de la misma.

Generalmente rechazaban «la nada» como destino final de la siempre demasiado breve peregrinación del hombre por esta tierra. Por lo que sabemos, hasta el ancestral hombre del Neanderthal  contaba ya con una vida más allá de la tumba.

Podemos recordar también los esfuerzos del antiguo Egipto por «momificar» a sus difuntos y prepararlos para el largo viaje que venía después.

O la afirmación de Heráclito: “A los hombres, tras la muerte, les aguardan cosas que ni esperan ni imaginan”. Y Platón aseguraba que no todo lo nuestro perece: perdura el alma inmortal.

En tiempos más recientes decía Kant: «Un mundo que niega la felicidad a seres dignos de ella y se la concede a los que no la merecen no puede ser la máxima expresión de lo que nos cabe esperar. Es lícito, obligado incluso, soñar con escenarios más justos».

            Los defensores de la esperanza comprendieron que por mucho que mejoremos este mundo, nunca  conseguiremos hacer justicia a los muertos; las mejoras que podamos conseguir aquí nunca las disfrutarán los que ya se fueron.

Difícilmente podríamos contar la cantidad de seres humanos que llegaron al final de sus días sin haber podido gozar de una vida medianamente digna.

             Con otras palabras:

¿Es razonable o aceptable un mundo en el que tantos perdieron su vida en las cámaras de gas, o en un atentado terrorista, o por una bomba atómica, o por la irracionalidad de otro ser humano?

¿Tiene sentido un mundo en el que a unos pocos les va muy bien, mientras tantos se mueren de hambre o por todo tipo de epidemias causadas por su pobreza extrema?

¿Es lo mismo haber vivido entregados a aliviar el sufrimiento de otros hombres o a luchar por la justicia y la paz, que haber vivido centrados en sí mismos, disfutando lo que puedan (como aquel rico de la parábola de Jesús ante el Lázaro de su puerta)?.

¿Es comprensible un mundo en el que algunos pasan su vida prisioneros de enfermedades, limitaciones y sufrimientos, mientras otros tienen la «suerte» de morir ancianos, rodeados y atendidos maravillosamente por los suyos?

             Cuando alguien bueno, cuando alguien que ha sido importante para nuestra vida y nuestra felicidad de aquí se nos va, o alguien muere injustamente… es normal «sentir» profundamente que una vida así no se puede perder para siempre.

Todos tenemos sed de «eternidad» para nosotros y para los que nos han importado. Y no resulta suficiente ni consolador el simple «recuerdo» y la añoranza de los que les quisieron… porque tarde o temprano también ellos desaparecen. 

              No son pocos los que, ante estas preguntas y deseos, concluyen que el hombre es un ser absurdo, que aspira a cosas imposibles (vivir más allá), que se autoengaña: Que esto es lo que hay y nada más.

El “más allá” no es científicamente verificable y, por tanto, refutable. Es esta una postura tan respetable y razonable como su contraria: que sí hay algo más y mejor que esto.

La liturgia de hoy nos acerca a la reflexión y las creencias del pueblo judío sobre estos temas. Nos presenta a dos parejas de hermanos: 

– En aquellas días, arrestaron a 7 hermanos (1ª lectura)
Había 7 hermanos (Evangelio).

Con una diferencia: el texto del segundo libro de los Macabeos es una historia real, mientras que en el Evangelio es un caso ficticio, propuesto por un grupo de saduceos que intentan ridiculizar y burlarse de la creencia en la vida después de la muerte, que defendía el partido de los fariseos.

Hay que tener en cuenta que una fe explícita en la vida eterna está ausente en casi todo el Antiguo Testamento.

          Dios eligió un camino más bien largo, una maduración lenta, para conducir al pueblo a la plenitud de la revelación.

El pueblo, poco a poco, fue llegando por sí mismo a la conclusión de que este Dios que se ha volcado con ellos, tiene que ser más poderoso que la muerte.


Y este pueblo obedeció -si bien con sus consabidas debilidades- a la Ley de Dios «desinteresadamente», o sea, sin la perspectiva de una recompensa en el más allá.

           En el episodio de los Macabeos, 7 hermanos, sostenidos por una «madre coraje», aceptan el martirio para no quebrantar «las leyes de Dios».

Relativizan las torturas y la misma muerte, apoyándose en su fe en el «rey del universo», que «resucitará a una vida eterna» a aquellos que le han sido fieles.

Es decir: que la reflexión judía llegará a plantearse cómo hablar de un Dios justo, y qué sentido tiene perder la propia vida por ser fieles a Dios… frente a los poderosos y corruptos que parecen salirse con la suya.

 Y por eso llegan a la convicción expresada por el cuarto de los hermanos: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará». Aunque los detalles del «cómo», y en qué consistiría esa resurrección son muy difusos.

 Probablemente pensaban en una especie de «revivir», una vuelta a este mundo tal como lo conocían. De ahí la «retorcida» y tramposa pregunta de los saduceos a Jesús: «¿con quién estará casado aquella mujer que tantos maridos perdió?»

            Podemos deducir de las palabras de Jesús el sinsentido que tiene elucubrar sobre lo que habrá después, teniendo como única referencia este mundo y esta historia que conocemos.

Hablar de cómo será nuestro cuerpo resucitado, hablar de «esperar» la resurrección, hablar del «cielo» como si fuera un lugar de ensueño… no nos aclara nada de nada.

Porque al otro lado de la vida no hay tiempo, ni espacio, ni podemos deducir o imaginar nada de nada. Por eso es normal tener dudas y miedo sobre ese momento inevitable.

Grandes creyentes como el cardenal Newmann oraba así:  “Que mis creencias, Señor, soporten mis dudas”.

            Pero sí podemos quedarnos con el mensaje de Jesús: Que el Dios en el que creemos y confiamos «no es un Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». Nuestra vida está en sus manos.

De él salimos, y a él regresaremos. Y habrá de ser bueno nuestro encuentro definitivo con Alguien que se nos ha revelado como «todo amor».

Tendremos miedo a la muerte, claro, o a los momentos previos a la muerte si son dolorosos, o al dolor de que nos falte alguno de los nuestros.

Claro. Si el propio Jesús vivió esa misma tristeza ante la muerte de Lázaro o la angustia ante la suya.

Pero quiero terminar con un sencillo relato:

Un médico visitaba a un paciente terminal y dejó a su perro fuera, esperando a la puerta. Al despedirse, ya con la mano en el pomo de la puerta, el enfermo le preguntó: – Doctor, dígame qué hay al otro lado de la muerte.

El médico respondió: – No lo sé.

El enfermo insistió:  – ¿Cómo es posible que usted, un hombre cristiano, creyente, no sepa lo que hay al otro lado?

En ese momento se oían gruñidos y arañazos del otro lado de la puerta. El doctor la abrió, y su perro entró moviendo la cola, haciendo fiestas y saltando hacia él. 

El doctor le dijo al enfermo:  – Fíjese Vd. en mi perro. Él nunca había entrado en esta casa.

No sabía nada de lo que se iba a encontrar al entrar en esta habitación. Sólo sabía que su amo estaba aquí dentro. Y por eso, al abrirse la puerta, entró sin temor a mi encuentro.

Pues bien, yo apenas sé nada de lo que hay al otro lado de la muerte. Solo sé una cosa. Mi Señor está allí, y eso me basta».

(Citado por Juan Manuel MARTÍN-MORENO en Sal Terrae 1100)

              Como dice ese conocido Salmo del Buen Pastor: «Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo».

Y también: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Él es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?».

Que la liturgia de hoy nos llene, por tanto, de confianza y de esperanza en el Dios que resucitó a Jesús y lo hará también con todos sus hijos amados. Amén.


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Popurri: Vaso Nuevo – Cien Ovejas- Instrumentos de Jesús y María

Diferencia entre un muerto y un difunto

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 99 En Tiberíades en casa de Cusa

Capítulo 100. En Nazaret con Alfeo enfermo


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

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