Mensajes de la Semana: Enero 30 del 2022

Evangelio de Jesús30 de Enero del 2022

Te Nombré Profeta de Los Naciones       

 Me resulta admirable, a la vez que digno de compasión el protagonista de la primera lectura de hoy.

 ¡Vaya historia la de Jeremías hace una barbaridad de años! Admirable e incluso me atrevo a decir que «envidiable» que el Señor se dirigiera a él de forma tan clara, con palabras tan bellas y llenas de ánimo!

Aunque también le avisa de que lo va a pasar mal. ¡Vaya con los elegidos del Señor! Te elegí antes de que nacieras, te constituí profeta de las naciones… pero…. lucharán contra ti los reyes y príncipes, los sacerdotes y el pueblo.

¡Menudo plan! No podrán con él, le promete Dios, pero… lo pasará fatal y Dios seguirá insistiendo en que no renuncie, que no se canse, que siga….

          Y ¿qué tiene que ver lo que le pasó a aquel admirable y sufrido profeta tan lejano, con lo que me pasa a mí? ¿Para qué me sirve la historia de Jeremías?

La Biblia nos enseña, entre otras cosas, que cuando Dios se acerca al hombre, su Palabra pretende cambiarnos y prepararnos para la lucha/misión: cambiarnos a nosotros, así como nuestras relaciones y e incluso situaciones concretas de nuestro mundo.

Y cuando Dios nos sale al encuentro, lo hace teniendo en cuenta el contexto personal, social, político y religoso, para poder plantear sus planes y propuestas.

Es decir: Dios busca, elige, se acerca a personas concretas… para ofrecer caminos a su pueblo. Así lo decía Jesús: «el Espíritu de Dios está sobre mí y me ha ungido para...».

             El relato de la vocación del profeta comenzaba así: «En tiempos (en los días) del rey Josías»…

Es probable que no sepamos casi nada de las circunstancias de aquel rey ni de la situación del pueblo por aquel entonces.

Baste decir que el pueblo lo estaba pasando mal: había muchos problemas, se habían desanimado, cada cual se buscaba la vida como podía («sálvese quien pueda«), y se consolaban y entretenían con falsas esperanzas y con cantos de sirena de sus dirigentes políticos y religiosos: pero no enfrentaban su situación con valentía. Derrotismo, comodidad, confusión y desesperanza. Ahí se presenta Dios llamando a Jeremías.

         Quizá sea bueno recordar qué entendemos por «profeta». No se trata de un tipo extraño con habilidades de adivinación sobre el futuro. No solían ser personajes de prestigio o con grandes dotes de convencimiento ni oratoria.

En nuestro caso, Jeremías debía tener problemas de dicción: era tartamudo.

El profeta es, ante todo, una persona muy sensible a lo que está ocurriendo en medio de su pueblo. Y es alguien con una profunda experiencia de oración, alguien reflexivo y consciente de sus propias limitaciones y… ¡poco más!

El día en que fuimos bautizados, y nos ungieron con el «Aceite/Óleo Sagrado», el sacerdote pronunció sobre nosotros estas palabras:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que te ha liberado del pecado y dado nueva vida

por el agua y el Espíritu Santo,

te consagre con el óleo de la salvación

para que entres a formar parte de su pueblo

y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey.

          Es decir: que todo bautizado ha recibido una llamada de Dios para que sea su profeta, su portavoz, su mensajero.

Y por lo tanto podemos aplicarnos nosotros lo mismo que escuchó Jeremías: «antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré, y te nombré profeta».

Nada menos que Dios soñando desde toda la eternidad contigo, para encomendarte una tarea: comunicar a «alguien» lo que Él nos diga.

Todo un Dios esperando tu respuesta, que acojas su Palabra, que la hagas palabra tuya, y que la anuncies, aunque tengas que ir contracorriente, y te veas viviendo de distinta manera a como vive todo el mundo… más que nada, porque el mundo no va como Dios quiere.


Y seguramente tampoco como queremos muchos.

No es necesario repasar nuestras circunstancias sociales, económicas, educativas, políticas, o insistir en los grandes retos de la ecología, de los refugiados, de los descartados por el sistema….

Creo que ya los conocemos, al menos en teoría. Pero sí que me parece oportuno traer aquí unas palabras de ese gran Papa que fue Pablo VI

Debemos dar un tono de valentía a nuestra vida cristiana, tanto a la privada como a la pública, para no convertirnos en seres insignificantes en el plano espiritual, e incluso en cómplices del hundimiento general.

¿Acaso no buscamos, de manera ilegítima, en nuestra libertad personal,  un pretexto para dejarnos imponer por los otros el yugo de opiniones inaceptables?

«Sólo son libres los seres que se mueven por sí mismos», nos dice Santo Tomás. Lo único que nos ata interiormente, de manera legítima, es la verdad.

Ésta hará de nosotros hombres libres (Jn 8, 32). La actual tendencia a suprimir todo esfuerzo moral y personal no presagia un auténtico progreso verdaderamente humano. La cruz se yergue siempre ante nosotros.

Y nos llama al vigor moral, a la fuerza del espíritu, al sacrificio(Jn 12, 25) que nos hace semejantes a Cristo, y puede salvarnos, tanto a nosotros como al mundo. (Pablo VI, Audiencia General 21/03/1975)

             Pues ya que todos hemos sido consagrados como profetas por nuestro bautismo, y debiéramos «vivir con valentía nuestra vida cristiana» para no ser hoy «insignificantes», o espiritualistas que viven en las nubes, y no tienen nada que aportar al mundo de hoy, e incluso «cómplices»… me propongo y os propongo brevemente, y sin entrar en detalles, algunas posibles llamadas:

  Sin miedos y sin nervios. Cuando la situación política y económica es confusa, insegura, cuando las cosas no van como deseamos… no podemos entrar en agresividades, descalificaciones, burlas, insultos y desprecios de «los otros».

Nos toca dar un testimonio de serenidad, diálogo, respeto, encuentro, pacificación y reflexión. Nuestra fuerza, nuestros criterios y nuestros valores… están en la Escritura, en Dios. Seamos, pues, personas de reflexión, oración y discernimiento.

   Cuando hay tanta corrupción, tanto enchufismo, tanto bulo , tanta irresponsabilidad en el ejercicio de la política, la economía y el mundo laboral… nosotros ofreceremos: Transparencia, honestidad y justicia, y nos pondremos al lado de quienes la defiendan y promuevan.

Sin caer en el fácil «y tú más» o el «todos son iguales», «o los otros lo harían peor», o en fanatismos de cualquier color…

   Cuando la casa común que es este planeta Tierra está tan deteriorada, y cuando el consumismo como estilo de vida nos ha vuelto egoístas, mientras  tantos se aprietan el cinturón hasta la asfixia, a la vez que otros multiplican sus ingresos… nosotros optaremos por la austeridad, por la solidaridad, por el consumo responsable.

   Cuando hay tantas personas heridas, descartadas, des-terradas, ignoradas, abandonadas a su suerte… nosotros elegimos ser hospital de campaña, y tender puentes, y ser acogedores, y ejercitar la misericordia del buen samaritano que se detiene, que cura y venda y acompaña al que está al borde del camino. 

   En este tiempo de relaciones «líquidas» como se llaman ahora, pasajeras, poco comprometidas, poco cuidadas, bastante superficiales, pasajeras…

y andamos demasiado saturados con las relaciones «virtuales», a la vez que poco atentos a las relaciones reales, presenciales y cercanas… cuidar la ternura, el diálogo, la escucha, la compañía, la presencia, los detalles, la atención a los otros… empezando por los más cercanos.

           Poniendo en práctica algunas de estas claves… probablemente nos sintamos incomprendidos, cuestionados, criticados.

Podremos tener la tentación de que esto no es más que una gota de agua en la inmensidad del mar.

Podremos sentirnos solos e incomprendidos, especialmente por los más cercanos, por los de «dentro», por los nuestros…

¡Pero si eso mismo le pasó a Jesús en el Evangelio de hoy! Y antes a Jeremías y a tantos otros después que él.


por Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

En Jesús Puse Toda Mi Esperanza (Salmo 40) – Instrumentos de Jesús y María

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 21. La llegada de María a Hebrón.

Capítulo 22. Las jornadas en Hebrón.

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Mensajes de la Semana: Enero 23 del 2022

Evangelio de Jesús23 de Enero del 2022

El Espíritu de Dios «hoy» está sobre mí       

       Domingo de la Palabra de Dios

 El Papa Francisco instituyó el ‘Domingo de la Palabra de Dios’ con la intención de que se celebrara todos los años el tercer domingo del Tiempo Ordinario, como respuesta a un deseo del Pueblo de Dios trasladado al Papa de muchos modos. El hambre de la Palabra que experimenta el Pueblo de Dios no ha disminuido, como tampoco lo ha hecho el anhelo de trascendencia de la humanidad.

Se trata de dejarnos transformar por el Espíritu para que emprendamos acciones que ayuden a transformar el mundo. La Palabra de Dios debería arder en nuestros corazones (Lc 24, 32) y llevarnos a vivir más cerca de nuestros prójimos y cuidando más nuestra casa común.

Al mismo tiempo debería erradicar todo aquello que aleja la vida de nuestras comunidades y del mundo, sea en forma de injusticia, individualismo, indiferencia… La Palabra debería estimularnos a emprender nuevos caminos de compartir y solidaridad. (Henry Omonisaye, CMF)

              El cuarto Evangelio que meditamos el pasado domingo, nos presentaba como pórtico de la tarea misionera de Jesús unas bodas, con las que nos hablaba de la Hora de Jesús, la Nueva Alianza y la necesidad de un Vino nuevo.

Lucas, sin embargo (al que seguiremos el resto del año) ha elegido otra escena, en clave profética, donde la Palabra de Dios da pie a Jesús para describir las claves de su programa misionero.

            En primer lugar se nos indica que «Jesús volvió a Galilea«. El lugar que escogió Jesús para desempeñar su actividad es significativo. Allí se daba en tiempos de Jesús, un doble cautiverio: el de la política del gobierno de Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.) y el de la religión oficial.

A causa de la explotación y de la represión política de Herodes Antipas, mucha gente quedaba marginada y sin empleo (Lc 14,21: Mt 20,3.5-6).

Y la religión oficial llevada a cabo por las autoridades religiosas, en vez de fortalecer la comunidad para que pudiera acoger a los excluidos, usaba la Ley de Dios para justificar la exclusión de muchos: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, posesos, publicanos, enfermos, mutilados, parapléjicos… ¡Todo lo contrario de la fraternidad que Dios soñó para todos!

Así pues, la situación política y económica, así como la ideología religiosa contribuían a debilitar la comunidad local impidiendo así la manifestación del Reino de Dios.

Por tanto, el contexto, la situación real de las gentes, su sufrimiento, etc… le hace optar por Galilea. Ahí es donde quiere Jesús hacer presente a Dios, donde Dios tiene algo que decir y hacer, ahí precisamente quiere lanzar su propuesta para tantos que estaban mal. Allí llega «con la fuerza del Espíritu».

           El «instrumento» del que se ha servido para discernir su misión y su mensaje es la Palabra de Dios

Formaba parte de su espiritualidad y de su oración… y la fuerza del Espíritu le había hecho sentirse personalmente interpelado por ese pasaje de Isaías, hasta el punto de asumirlo y ponerlo en el centro de todo.

Así había ido descubriendo su vocación. Por eso lo «busca» al desenrollar la Escritura, para presentarse a sí mismo y para compartirlo con la gente: es la lectura comunitaria, tan importante y habitual, tal como nos lo ha descrito también la primera lectura. Lectura que le posibilita dar su testimonio personal.


          Por eso necesitamos nosotros cuidar, conocer, meditar, escuchar personalmente y juntos la Palabra de Dios. Es imposible que la fe se mantenga fuerte, fresca, viva, sin desgaste sin acudir frecuentemente a ella, tal como hacía Jesús.

No podemos ser seguidores suyos si no conocemos su Palabra, si no nos dejamos transformar por ella, si no dialogamos, si no damos ocasión a que el Espíritu nos revele la voluntad de Dios por medio de ella. 

           La Celebración de la Eucaristía es un todo con dos partes inseparables e indispensables: Palabra y Pan de Vida. Por eso sería muy conveniente acudir a las celebraciones habiendo leído y meditado personalmente las lecturas que serán  proclamadas.

Quizá no las entienda, o tenga dudas. Es verdad que no es un libro fácil. Por eso el sacerdote, u otros hermanos con preparación y experiencia, como hizo Esdras podrán ayudarme y acompañarme.

          Siguiendo con nuestro relato, Jesús lee: «el Espíritu de Dios está sobre mí». También el Espíritu sobrevolaba antes de que Dios comenzara la Creación. Algo nuevo y lleno de vida va a dar comienzo también ahora por medio de Jesús.

Era el Espíritu el que, en forma de nube, acompañaba, guiaba y protegía al pueblo del Éxodo por el desierto y que ahora «cubre» y acompaña a Jesús al frente de un nuevo Pueblo.

Ese Espíritu que había descendido sobre él en el Bautismo, a la vez que el Padre proclamaba que era el Hijo Amado.  Ese mismo Espíritu que invadió a David al ser ungido por Samuel, y que permaneció con él en adelante, capacitándolo para su misión (1Sm 16, 12-13). Así es también nuestro Bautismo.

Es ese Espíritu que recibimos y que hace decir a San Pablo: «hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Vosotros sois el cuerpo de Cristo».

Esto es: la misión de la Iglesia (la de Jesús) es «corporativa», «sinodal», sin que sobre absolutamente nadie, sin que nadie quede excluido ni autoexcluido.

Así lo quiere el Espíritu… desde tiempos de San Pablo. Y seguramente ahora con más razón.

          El mensaje de Jesús es totalmente positivo y esperanzador, viene en el nombre de Dios para dar ánimo.

Por eso, su lectura se detiene y no lee lo que venía en el mensaje de Isaías: «el día del desquite de nuestro Dios«.

También en esto coincide con Esdras, cuando el pueblo llora al verse denunciado por la Palabra que ha sido leída: «No hagáis duelo ni lloréis (porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley)».

Y es que en tiempos de desánimo, de crisis, de desesperanza… la opción de Dios es levantar, liberar, animar, empujar, despertar la esperanza… ¡No pretende que surjan sentimientos de culpa, sino deseos de cambio!

           En cuanto a sus objetivos prioritarios, a lo que va a dedicar alma, corazón y vida son éstos: pobres,  cautivos, ciegos y oprimidos.

En definitiva: los sufrientes, los que «carecen de» lo que sea. El Espíritu le ha ungido/consagrado/elegido y enviado precisamente para ellos. Con obras y palabras.

Y por tanto éstas han de ser las señas de identidad de los suyos: «armados» con la Palabra, formando Cuerpo con Cristo, teniendo en cuenta las situaciones vitales de los destinatarios… y anteponiéndoles a cualquier otra tarea, opción o prioridad, por muy «santa y sagrada» que nos parezca. 

Tenemos que ser capaces de decir con verdad que «hoy» se cumple la Escritura por medio de todos y cada uno de nosotros.


por Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Estoy Pensando en Dios – Comenzar de Nuevo – Instrumentos de Jesús y María

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 18. María anuncia a José la maternidad de Isabel

Capítulo 19 y 20. María y José, camino de Jerusalén.

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