Mensajes de la Semana: Diciembre 19 del 2021

Evangelio de Jesús19 de Diciembre del 2021

Una Auténtica Alegría

De Visitas Y Encuentros

En cada encuentro se esconde un regalo inesperado. El que desconfía, no ve, no conoce, no comprende, no se asombra, no se admira. El que confía, descubre lo que está escondido a primera vista: lo bueno, lo bello, lo que construye y merece la pena. Sólo lo ve quien ama y confía. (A García Rubio)

       Si tenemos en cuenta los relatos de los «orígenes de Jesús», tal como nos los describen Mateo y Lucas, podemos darnos cuenta de que la Buena Noticia de la Salvación comenzó con una colección de encuentros.

          En primer lugar el Dios Creador se acerca a una criatura, una mujer, para dialogar con ella, para contar con ella… y ella le responde con aquella misma Palabra de Dios con la que ´Él comenzó el mundo: «hágase».  Y en su seno se hizo la vida.

         Otro encuentro tuvo como protagonista al justo José, en este caso por medio de un sueño. Aquí no hubo palabras, pero sí actitudes y hechos. Ese encuentro lo hizo «padre» de Jesús, esposo de María, miembro y protector de una Sagrada Familia.

           Fue un encuentro gozoso el del Niño de Belén con aquel grupo de pastores que recibió la alegre noticia: «os ha nacido un Salvador», precisamente a vosotros, gente de las «periferias» de Belén. Y ellos se llenaron de alegría y fueron al portal.

          Más adelante tendría lugar el encuentro de aquellos Magos extranjeros llegados de lejos, con intención de doblar sus rodillas, acoger y adorar al Niño y entregarle sus mejores ofrendas.

           Y también el encuentro que hoy nos ocupa: dos mujeres que se encuentran, por iniciativa de una de ellas.

 El Antiguo Testamento (Isabel y Juan), que había estado preparando el camino al Señor se alegra de la visita de la madre de mi Señor (Nuevo Testamento) y se «saludan» ellas y las criaturas todavía por nacer.

Lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá. Y efectivamente, el Señor está contigo y será para siempre el Dios con nosotros, todos los días hasta el fin del mundo.

           Lo primero que se le ocurrió a María después del encuentro con el Ángel del Señor, al recibir la  noticia de que su prima Isabel lleva seis meses de embarazo, fue ir a acompañarla, teniendo en cuenta, además, que ya era de edad avanzada, y por lo tanto es casi seguro que no pudiera contar con la asistencia de la «abuela» del bebé que iba a nacer, como solía ocurrir en las familias de aquel entonces.

De esta forma, la que acaba de ser visitada por Dios y se ha mostrado a sí misma como servidora (sierva) del Señor, pone inmediatamente en práctica lo que ha dicho, mostrando con su modo de obrar que servir a Dios es ponerse al servicio del prójimo, especialmente del que pueden estar más necesitado. 

          María debió recorrer unos ciento cincuenta kilómetros desde Nazareth, en Galilea, al norte de Israel, hasta una pequeña población de Judea llamada Aim-Karem, situada en la montaña, a unos tres kilómetros de Jerusalem.

El recorrido solía durar cuatro o cinco días, empleando el medio de transporte más común de aquella época entre los pobres, que era el asno, pues el camello y el caballo eran para los más pudientes.

Hay que tener en cuenta que aquellos caminos eran escarpados y más bien peligrosos, pues abundaban los ladrones. Y María estaba embarazada nada menos que del Hijo Dios.

Habría sido más que razonable que se quedara recogida en casa, orando, o haciendo sus tareas de siempre. Pero no. Ella pensó, antes que en sí misma, en la necesidad de su pariente Isabel. Y allá que fue.

         Así pues LA PRIMERA CONSECUENCIA de la encarnación del Hijo de Dios fue UN ENCUENTRO, una visita, unos abrazos y una alegría profunda. Tener a Dios con nosotros supone salir de uno mismo hacia las necesidades de los otros.

          Y precisamente las cercanas fiestas de la Natividad las celebramos con múltiples encuentros, aunque no todos sean con la misma profundidad y trascendencia como los que acabamos de comentar.

Y más en estos momentos que parece que los echamos más de menos y los necesitamos más que nunca (aunque haya que tener todos los cuidados sanitarios posibles y recomendados). ¿Cómo podríamos hacer que esos encuentros merecieran más la pena, y «cambiaran» algo en nosotros?


  •     Lo primero antes de cualquier encuentro es ilusionarse, desearlo sinceramente. Prepararse. Si uno acude a regañadientes, forzado, pensando que no le apetece nada verse con… no es nada probable que la cosa resulte bien.

El encuentro en sí mismo es UN REGALO. Me encanta la reacción de Isabel ante la visita: ¿Quién soy yo para que me visite…? Se siente halagada y bendecida por aquella mujer que le viene en el nombre del Señor. ¿Quién soy yo para que me visita… o para ir de visita a casa de…? 

Me duele pensar que no pocos en estos días no tendrán realmente con quién encontrarse.

     Las personas necesitamos encontrarnos con calma y con gozo. Hay demasiadas prisas que hacen nuestros encuentros cotidianos mas bien «roces» superficiales. No intercambiamos nada, no dejamos en el otro nada de nosotros mismos. Más bien «nos cruzamos». 

          Es estupendo que la llegada del Mesías propicie e invite a encontrarnos. Dice una de las oraciones litúrgicas: El mismo Señor que se nos mostrará aquel día lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada persona y en cada acontecimiento, para que lo recibamos.

(Prefacio III Adviento). Recibir, acoger, encontrarse con el otro es un signo de la fe. María es buen ejemplo.

  • Lo segundo sería revisar lo que llevamos por dentro. Porque eso será lo que transmitamos y contagiemos, incluso aunque no abriéramos la boca.

Podemos transmitir paz, serenidad, interés por escuchar y comprender, alegría, confianza, sinceridad, perdón… Otras cosas (¿hace falta enumerarlas?)… pues mejor dejarlas en algún cajón. 

           María se pone en marcha «portadora» de buenas noticias. Se siente profundamente gozosa, claro. Sin embargo, no le sobran inquietudes e incertidumbres. Y precisamente eso es lo que quiere compartir con su prima.

Lo que llevamos dentro, lo que vivimos, lo que esperamos, lo que soñamos, lo que sufrimos… esos son los mejores temas para hablar. Lo más nuestro, lo más personal: nuestra vida. Aunque es cierto y normal que no con todos lo haremos del mismo modo.

  • Por eso – y sería lo tercero- sin acaparar la atención y la conversación. El narcisismo tan propio de estos tiempos, y tan excesivo, nos hace creernos el centro del universo y que los demás giran a nuestro alrededor. Es necesario esforzamos por ponernos en el lugar del otro,«escucharlo» sinceramente.

No es adecuado escuchar preparando mi contestación, o mi consejo o mi reproche… Se trata más bien de hacerme cargo del punto de vista y la situación personal y afectiva del otro.

Puedo no estar de acuerdo, claro, pero seguramente lo más adecuado sea reposarlo, pensarlo y buscar mejor ocasión para expresarlo… o incluso dejarlo estar.

           María estaba más pendiente de lo que pudiera necesitar su prima, que de sí misma. Estupenda actitud para el encuentro verdadero: el otro es lo más importante. Que se sienta a gusto conmigo, que le eche una mano si fuera lo posible. Que se sienta acompañado y comprendido.

Tengo que ser portador de alegría, de paz, serenidad, de cercanía, de amor… Y si no me salen espontáneamente de dentro… puedo pedirlos al Señor que va conmigo… En todo caso SIEMPRE HAY algo de bondad en mí y cosas buenas que ofrecer. Esas… son las que tengo que llevar a mano, en el bolsillo. 

Para terminar, recojo unas palabras escritas por el Papa Francisco:

«El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus necesidades, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo.

La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura».

         También eso: no estaría nada mal podernos dar algún abrazo sincero de reconciliación. Así la Navidad sería más Navidad.

Que yo sea el mejor regalo que puedo llevar hasta los otros. Mi presencia llena del Dios que me habita, me fortalece y me ayuda a salir de mí mismo y ser «para el otro, para los otros». Como María, la Visitadora y servidora de aquella otra bendita mujer.


por Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Nuestra Virgen Mexicana- Instrumentos de Jesús y María

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 7. María niña con Ana y Joaquín

Capítulo 8. María recibida en el Templo

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Mensajes de la Semana: Diciembre 12 del 2021

Evangelio de Jesús12 de Diciembre del 2021

Una Auténtica Alegría

            Llevamos ya varias semanas escuchando esas voces de sirena que nos llaman a preparar «estas fiestas».

Y parece también que por todas partes se nos invita y casi se nos «obliga» a la alegría: las luces de colores, los papeles de regalo, los especiales de la prensa con «mil ideas para preparar  la Navidad (lugares donde ir, menús que den poco trabajo, regalos para los que no saben qué regalar, moda, juguetes), artículos de broma y los «divertidos» disfraces, las cenas de empresa, las múltiples comidas, las artificiales carcajadas de Papá Noel, los villancicos (cada vez más a menudo en inglés…), la alegría del Gordo… ¡Alegría, alegría!

            Sin embargo, no es raro escuchar a quienes hablan de que éstos son para ellos los días más tristes del año: la salud ya no les responde, la soledad se nota más, la ausencia de personas queridas que ya no están, las tensiones familiares que afloran, la invasión de anuncios que te invitan a gastar lo que no está al alcance de tu bolsillo, los recuerdos y nostalgias…

Además de que no podemos ignorar que las circunstancias de nuestro mundo no están como para lanzar serpentinas y confetis…

           Pues la Iglesia, especialmente en este tercer domingo de Adviento, nos hace una invitación a la alegría. Pero se trata de una alegría distinta, profunda, que puede ser incluso silenciosa.

De sobra sabemos que por mucha comida y mucho champán que tomemos, no conseguimos la auténtica alegría.

Por muchos regalos que nos hagamos, por mucho papel de colores, muchos belenes y árboles iluminados que pongamos por todas partes… hay que reconocer que a menudo nos está faltando la ALEGRÍA con mayúsculas.

El poco conocido profeta de la primera lectura, de extraño nombre, (Sofonías = «Dios protege») nos ha invitado a la alegría, dándonos varias razones. A saber:

                   Lo primero es que EL SEÑOR HA CANCELADO TU CONDENA, Dios te ha perdonado definitivamente tus culpas y penas. Porque sí. Desde la raíz.

De sobra sabemos que, aunque no somos mala gente, estamos bastante lejos de vivir como auténticos discípulos de Jesús; estamos lejos de que otros hombres puedan leer el Evangelio en nuestras vidas.

De sobra sabemos que nos falta complicarnos mucho más la vida en los asuntos del amor y la justicia, y el cuidado de la creación. En esto nunca hacemos bastante, siempre podemos más y mejor.

Dios nos está colmando continuamente de regalos, de oportunidades, de capacidades… Y más de una ni siquiera la hemos desempaquetado. En la lista de «deudas» con Dios siempre andamos en números rojos.

La cercanía de Dios conlleva el ofrecimiento de una paz profunda y a nuestro alcance: nos permite sentirnos profundamente reconciliados, con una nueva oportunidad de ser mejores y vivir más desde Dios y para los otros.

Los ángeles de nochebuena nos anuncian la Paz a los hombres que ama el Señor. Y el Niño será llamado «Príncipe de la Paz».

El Adviento es una ocasión estupenda para que saborees esas palabras del profeta, dirigidas expresamente para ti ¡EL SEÑOR HA CANCELADO TU CONDENA!, que por el ministerio de la Iglesia te conceda el perdón y la paz. Ponte a tiro.

                   En segundo lugar: EL SEÑOR HA EXPULSADO A TUS ENEMIGOS.

Tantas veces te han disparado directo al corazón y han hecho diana, y te has sentido sangrar. Te han hecho «pupa»… Tantas veces has tenido que agachar la cabeza ante otros más fuertes que te imponían sus ideas, sus criterios, sus costumbres, sus soluciones.

¡Tantas veces te has tenido que refugiar en «el bosque» para ponerte a resguardo! Enemigos de fuera… ¡pero también de dentro!, que son incluso peores, porque es bien difícil huir de ellos, y a menudo te sorprenden con la guardia baja.

Esas seducciones, vicios, apegos, complejos, manías y miedos, tentaciones… Pues el Señor los vence, los «expulsa» de ti, los aleja… aunque a ti te toca poner de tu parte, claro. Es la alegría de verse liberado.

                   En tercer lugar. EL SEÑOR SERÁ REY EN MEDIO DE TI.

Él puede tomar posesión de ti. No hay ninguna zona oscura de tu vida, de tu corazón, de tu historia, a donde no pueda llegar Él para salvarte.


Allí entra él con toda tu fuerza. Es cuestión de hacer silencio, quitar candados y pestillos, y dejarle que vaya pasando en tu oración, en tu Eucaristía… hasta el centro de tu Castillo Interior, a cada rincón, y acomodándolo todo a su gusto. La alegría de tener siempre contigo al Rey Huésped.

                   Y tal vez la más sorprendente: EL SE GOZA Y SE COMPLACE EN TI, TE AMA Y SE ALEGRA CON JÚBILO.

Esta es la razón principal de la alegría y de la fiesta. Dios está enamorado apasionadamente de ti. Se ha fijado concretamente en ti para ofrecerte todo su cariño.

Te lleva observando desde siempre, hagas lo que hagas, con un cariño impresionante. No te lo mereces, claro.

Te pondrás mil máscaras, te esconderás detrás del activismo y tus ocupaciones y superficialidades, te salpicarás de barro.

¡Es igual, no le importa! Te olvidarás de Él, pero como buen enamorado, Él seguirá buscándote y esperándote.

Nos cuesta creerlo, siempre nos vemos poco dignos de que entre en nuestra casa. Pero realmente le importamos, tanto que es capaz de vencer a la mismísima muerte, para poder estar siempre con nosotros. Y cuando uno sabe que alguien le ama de esa manera… se llena de sorpresa y de alegría… ¿no?

                   En resumen: EL SEÑOR ESTÁ CERCA.

Está cerca en Navidad y en cada Eucaristía, hablándote y poniendo en común contigo todo lo que es y puede y le dejes. Está cerca en el hermano y en la comunidad cristiana.

 Está cerca: en el pobre y en el que sufre. Está tan cerca de ti como tu propio corazón: precisamente ahí. Y entonces se esfuman los temores: su victoria ante cualquier tropiezo, fracaso, dificultad ¡es la nuestra! Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?

Nada ni nadie os preocupe; sino que, en toda ocasión, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.

Tendremos problemas, es obvio, pero los enfrentaremos de otra manera: con esperanza, con serenidad, con equilibrio, con fortaleza. «Y la Paz protegerá y cuidará de nuestros pensamientos y corazones en Cristo Jesús». 

Necesitamos esta alegría: es más sencilla, dura más, no cuesta dinero y merece la pena. Cuando esta alegría nos envuelve, podemos planteamos vivir una Navidad de otra manera. Y entonces, ¿qué hacemos?, podríamos preguntarle al Bautista, o al Evangelio. ¿Cómo vivir una Navidad alegre, distinta?

– ¿Por qué no recuperamos a los verdaderos Reyes Magos, que llevaron sus mejores regalos a una familia pobre de Belén, en vez de atiborrarnos de objetos innecesarios y carísimos?

– ¿Por qué no leemos todos los días, junto al Belén, solos, aunque mejor en familia, unas palabras del Evangelio, y hacemos una sencilla oración?

– ¿Por qué no pensamos a quién podríamos dar una gran alegría, una sorpresa con una visita, una llamada, una invitación a cenar o tomar algo con nosotros?

– ¿Por qué no nos repasamos o aprendemos, con los más pequeños, los villancicos de siempre, y dejamos a un lado tantas cancioncillas insulsas y vacías, que ni huelen a Navidad ni a nada?

– ¿Por qué no, en vez de comprar alimentos carísimos para la Nochebuena y Navidad, preparamos algo todos juntos, aunque sea sencillo? La Navidad es la ocasión en que más comida se tira a la basura.

– ¿Por qué no, en vez de hacer limpieza de ropa y juguetes en casa «para los pobres», compramos algo nuevo, en condiciones, para los que nunca tienen casi nada?

– ¿Por qué no preparamos una buena bendición de la mesa para el día de Nochebuena/Navidad?

– ¿Por qué no damos a Cáritas (o donde mejor te parezca) un porcentaje del dinero que vamos a gastar y hasta derrochar estos días?

– ¿Por qué no nos acercamos a «cancelar» esa deuda que tenemos con Dios, celebrando el sacramento del Perdón?

– ¿Por qué no nos sentamos en familia a hablar de cosas importantes: Qué tal le va a cada uno, qué le preocupa de veras, qué necesita de verdad?

             Mejor no digo más porque las Navidades son las fiestas de la fantasía. La fantasía de Dios le llevó hasta un Portal en Belén.

A ver a dónde nos lleva a cada uno de nosotros la nuestra. Ahí dejo la pregunta del Bautista para que cada cual se la responda: Entonces, ¿qué hacemos?


por Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Adviento – Ven Señor No Tardes- Instrumentos de Jesús y María

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 5. Nacimiento de la Virgen María.

Capítulo 6. Purificación de Ana y ofrecimiento de María

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