Mensajes de la Semana: Marzo 7 del 2021

Evangelio de Jesús7 de Marzo del 2021

El Culto Nuevo Que Prefiere Jesús

La escena de hoy resulta incómoda para aquellos que tienen una idea de Jesús dulzona, blandita y siempre sonriente y condescendiente. Pero también para otros muchos que no saben explicar que Jesús haga un látigo y actúe con esa violencia.

Pero hay que decir que Jesús se enfada unas veces en los evangelios; en este caso de modo muy llamativo, volcando mesas, rompiendo jaulas, desparramando monedas por el suelo…

A primera vista esta reacción sería contra esa especie de mercado a la entrada del Sagrado Templo de Jerusalem, similar al que encontramos a las puertas de muchos santuarios, catedrales o lugares de peregrinación.

Si esto fuera así, resultaría que Jesús la emprende con gente sencilla y más bien pobre, que se ganaba la vida de ese modo, sin tener la más mínima conciencia de que aquello pudiera estar mal. No hay nada similar en el resto de los evangelios.

Y por otra parte quienes se sienten molestos y reaccionan contra aquel revuelo no son los vendedores… sino las autoridades religiosas, que deciden darle muerte por eso.

Esto quiere decir que la cosa tiene mucho más calado, y que hay que tener en cuenta la historia de Israel y el significado de su Templo (construido y reconstruido con tantos esfuerzos), así como el mensaje de varios profetas anteriores a Jesús referidos al culto y al Templo para poder entenderlo.

La decisión de construir aquel edificio Templo se debió al rey David, que, con su mejor buena voluntad, quiso seguir el ejemplo de los pueblos y religiones de alrededor.

El Templo reflejaba el poderío y la riqueza de una nación y de sus reyes. En la práctica, su construcción suponía un plus de impuestos y de trabajadores dedicados a ello.

Así que la decisión de David no recibió la aprobación de Dios por medio de sus profetas. Ocurre tantas veces:  el hombre hace cosas «por» Dios, y «para» dar gloria a Dios, pero sin contar con Dios. Y también eso de «hacer lo que hace todo el mundo» (los otros pueblos, los demás), como si fuera un criterio suficiente y aceptable.

Hasta que comenzó su construcción, y mientras Israel peregrinaba hacia la Tierra Prometida, Israel llevaba con su campamento una «tienda de campaña» llamada «Tienda del Encuentro» que simbolizaba la casa/presencia de Dios en medio de ellos.

Dios, con aquella Tienda, experimentaba el calor, las tormentas, el viento, los ataques de enemigos…

A la Tienda se acercaba Moisés para orar y buscar continuamente la voluntad de Dios.

La Tienda del Encuentro expresaba que Dios estaba con ellos en medio de su vida cotidiana, en sus luchas, necesidades, fiestas y decisiones. Y todos tenían libre acceso a aquel lugar.

Era, pues, un DIOS EN MEDIO DE LA VIDA. No había riquezas, ni adornos, ni condiciones especiales (la pureza) para estar en la presencia de Dios. Sí que estaban los levitas que se encargaban de ordenar y organizar las celebraciones comunitarias.

Una vez construido, poco a poco el Templo se fue convirtiendo en un lugar lleno de riquezas, con su Banco incluido, y centro de la actividad económica del Pueblo.

Fue surgiendo también un grupo dirigente de sacerdotes, como intermediarios absolutos de cualquier oración, ofrenda, ceremonia que se quisiera dirigir a Dios.

Y así, según la aportación económica de cada uno, tenían lugar ceremonias más o menos lujosas, y derechos a la protección y bendiciones de Dios, etc.

Los pobres, por su parte, empezaron a ser arrinconados y a quedarse bastante al margen (fuera) de ese Dios del Templo.

Para«acceder» a Dios era necesario haber estudiado y aprendido bien sus mandamientos (el Decálogo que hemos escuchado en la 1º lectura), junto con otros muchos preceptos y prohibiciones complementarias que se fueron añadiendo con el paso del tiempo (¡¡¡613!!!).

Ciertas personas y grupos quedaban excluidos de la relación con Dios: los que no aprendían tantas leyes y prohibiciones, los pecadores que no las cumplían, los enfermos y los pobres (eran considerados maldiciones de Dios), las mujeres, que pintaban menos que los varones…

 Quizá lo más serio fue que para encontrarse con Dios había que acudir a su «casa»… y Dios se alejaba de la vida cotidiana.

Había «días» religiosos, un lugar «religioso», «personas religiosas», «objetos religiosos»…

Y sobre todo se separaba en la práctica algo que había quedado unido en la Alianza y en el Decálogo: que la relación con Dios (los tres primeros mandamientos) era inseparable de la justicia y de las relaciones con los otros hombres (resto de mandamientos).

Las autoridades religiosas fueron regulando cómo hacer una ofrenda, una limosna, cuál y en qué cantidad, los rezos oficiales, cómo estar «purificados» etc., con toda una serie de «rituales establecidos»… Y Dios pareció convertirse en una especie de «dispensario de favores».

Se «ganaba» el perdón, o el favor o las bendiciones de Dios… ofreciéndole lo que fuera necesario: dinero, rezos, ofrendas, peregrinando, haciendo ayunos y sacrificios… Un «mercado», vamos.     Así que es comprensible que Jesús se sintiera profundamente enfadado. Aquello era una auténtica manipulación de Dios y de su voluntad.

Su gesto profético cuestiona, rechaza, anula… todo lo que se había construido en torno al culto: el modo de entender la religión, la casta sacerdotal, la relación con Dios, la idea de Dios, el propio Templo…

En definitiva:  ¡Todo! Su «gesto» no iba tanto contra los vendedores y cambistas, sino contra lo que ellos significaban (consentido por las autoridades, que recibían su parte de ese comercio).

Lo que debiera ser «casa de Dios», lugar de acogida y encuentro de los hermanos y transformación de  la vida, se ha convertido en un mercado, una cueva de ladrones.

La propuesta de Jesús, parte de un «Dios de la vida», un Dios en medio de la vida (Dios con nosotros), un Dios que quiere otra vida para todos, especialmente para los que están peor.

Y quiere un culto «en espíritu y verdad», como le dijo a la samaritana. Es decir:

* Jesús quiere que convirtamos en sagrados todos los momentos de la vida, como hizo él (lo cual no quita que tengamos días especiales de fiesta).

Porque si no me encuentro con Dios en mi vida ordinaria, en las cosas que me ocupan y preocupan, y en el modo de hacerlas… tampoco me encontraré realmente con él en este templo ni en ningún otro.

Esto apunta un estilo de oración bien determinado, en el que ahora no entramos.

* Jesús quiere que culto y estilo de vida vayan de la mano. Que lo que vivo (lo que hago, y lo que me pasa) me lleve al culto/oración, y al revés.

* Para Jesús «el hombre» es el verdadero templo de Dios. La casa de Dios está en los hombres.

Cada uno de nosotros está habitado: en el interior (allí donde se toman las decisiones importantes, donde están escritos nuestros valores, donde habla nuestra conciencia), es EL LUGAR DE ENCONTRAR A DIOS.

O sea: que no es un sitio donde hay que «ir», sino un espacio donde hay que recogerse.

* Que la mejor y más necesaria ofrenda que podemos presentar al Padre es nuestra «entrega por vosotros».

Así nos lo recuerda Jesús en cada Eucaristía, es lo que hacemos «en memoria suya».

El encuentro con Dios, por tanto, pasa por el entrega/cuidado de los hermanos y la comunión con ellos.

* Elimina, suprime, borra todas las barreras y diferencias para acercarse a Dios.

No hay unas personas más sagradas que otras, ni «personas excluidas», ni más condiciones para encontrarnos con él… que nuestra pobreza, nuestra humildad y nuestro deseo de hacer en todo su voluntad.

* A Dios no se le manipula, ni se le compra, ni se le sacan favores con ofrendas, sacrificios, rituales, rezos… Dios es Dios, y Dios no se vende tan barato, ni el Amor tiene condiciones: «te doy… y tú a cambio»…

Realmente yo no tengo nada que ofrecer a Dios, porque todo me lo ha dado él, es suyo.

Aunque sí puedo expresarle mi cariño y mi confianza poniendo a su disposición algunas (o muchas) de las cosas que de él he recibido. A su disposición o a la de los hermanos.

Nos quedamos, pues, con la invitación a revisar nuestra espiritualidad, nuestro modo de relacionarnos con Dios, según todos estos criterios de Jesús.


por Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/


Oración del Papa por el Coronavirus

“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Video de la Semana

«Un Joven Galileo» – Destellos Musicales

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!

 
 

Mensajes de la Semana: Febrero 28 del 2021

Evangelio de Jesús28 de Febrero del 2021

El Dios Que Nos Fortalece y Purifica

En este tiempo de Cuaresma recibimos una insistente llamada a «volver a Dios», a reencontrarnos vitalmente con  él.

Pero es esencial que nos preguntemos a «qué Dios» debemos volver, cuál es el rostro de ese Dios al que queremos mirar cara a cara y vivir para él.

Las lecturas de este día son una gran ayuda para purificar ideas, vivencias, sentimientos que podrían no coincidir con el auténtico rostro de Dios manifestado en Cristo Jesús.

Cuando he tenido ocasión de leer y comentar la primera lectura con grupos de adultos y jóvenes, invitándoles a que expresaran libremente sus reacciones… se amontonaban las preguntas:

Por ejemplo: ¿Dios pone a prueba? Resulta contradictorio que Dios «violente» a sus seguidores y se arriesgue a perderlos si tropiezan con sus «pruebas».

Pero además: ¿No lo sabe todo Dios? ¿Para qué necesita hacer esas «comprobaciones»?

Este Dios que pide el sacrificio de Isaac, ¿no parece un poco sádico, aunque al final interviniese para que Abraham no lo llevase a cabo?

¿Es aceptable un dios que pide semejantes cosas? Y con respecto a Abraham: ¿Se nos está proponiendo como modelo una «obediencia ciega»?

No parece muy modélico que alguien pretenda poner en práctica semejante barbaridad.

Y es cierto que «en el nombre de Dios» se han cometido y se cometen auténticas atrocidades, o exigencias absurdas… que ocurren cuando se conoce poco o mal el rostro de Dios (es el caso de Abraham, que apenas comenzaba a conocer a Dios) y cuando falta un «discernimiento» adecuado para valorar lo que creemos que nos pide.

Digamos por tanto algunas claves para situar el texto y aplicarlo a nuestra vida:

– Lo primero es que la revelación de Dios en la Biblia es progresiva, a lo largo de muchos siglos. Su rostro se va clarificando y purificando con el paso del tiempo.

No encontramos en la Biblia un «único» rostro de Dios, ni es posible hacerlos compatibles entre sí, porque no lo son.

Y, como ha dicho repetidamente la Iglesia, no se puede interpretar un texto, prescindiendo del resto de la Biblia.

Y particularmente los cristianos tenemos que contar con Jesús de Nazareth y su definitiva revelación del rostro de Dios (Evangelio de hoy).

– En segundo lugar: ¿De dónde sacó Abraham esa petición de Dios? Porque es claro que Dios «no da voces», ni conversa como lo hacemos nosotros.

El hombre aprende a escuchar su voz en el fondo del corazón, es una intuición profunda, una inquietud… que se mezcla  a menudo con otras voces. El hombre de Dios tiene que aprender a discernir.

Eran frecuentes en las religiones del entorno de Abraham los sacrificios humanos. Y Abraham «siente» que Dios le pide algo similar.

No conocía suficientemente a Dios. Y aunque le cuesta, aunque no entiende, aunque se revuelve por dentro… decide hacer caso a aquella voz: es un hombre obediente, y se pondrá en camino con Isaac, pero… sin renunciar a seguir discerniendo.

Dios mismo acudirá en su ayuda… para hacerle ver que él no es como los otros dioses que reclaman sacrificios humanos, y para agradecerle su capacidad de sacrificio y renuncia.

Abraham, aunque fuera por error, ha mostrado que Dios está por encima de comprender, por encima de sus intereses, por encima de sus deseos de futuro, por encima de su idea de Dios.

Y confía en la Promesa que Dios le había hecho. En esto sí que es «padre de los creyentes».

     – Y nos plantea un reto para nuestra Cuaresma: Isaac era un regalo de Dios, era como la recompensa recibida por haberle obedecido, dejando atrás su tierra y poniéndose en camino sin saber siquiera a dónde: «a la tierra que yo te mostraré».

Era, por tanto, algo bueno, ese hijo era un don de Dios.

Aprendemos, por tanto, que Dios nunca nos pedirá que renunciemos a lo bueno, a sus dones, y que siempre estará de parte de la vida, protegiéndola.

Pero siempre queda el peligro, la tentación, de «adueñarnos», sentirnos propietarios de sus dones, hacer de ellos nuestra seguridad, hasta el punto de olvidar de quién nos vienen, a quién pertenecen realmente, y qué sentido o significado tienen.

Nuestro punto de apoyo no deben ser nunca los bienes recibido de Dios… sino Dios mismo, y por tanto, tendremos que estar siempre dispuestos a renunciar incluso a lo que nos parece imprescindible.. sin dudar de que «Dios proveerá», como le va explicando Abraham a su hijo por el camino hacia el monte Moriah. Es el Dios que provee y que bendice. Es el «Dios de los dones».

– Por último hay que renunciar de una vez de hacer responsable a Dios de nuestras tentaciones, o de decir que «nos pone a prueba». Nos dice la Carta de Santiago:

«¡Feliz el hombre que soporta la tentación! Superada la tentación, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.


Ninguno, cuando sea tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta’; porque Dios no es tentado por el mal ni tienta a nadie.
Cada uno es tentado por el propio deseo que lo arrastra y seduce».
(Santiago, 1,12-13)

Mirando ya hacia el Evangelio:

Jesús ve llegar momentos difíciles, se «huele» el fracaso y la muerte a la vuelta de la esquina. Más pronto que tarde, su vida se verá envuelta en la oscuridad y será tronchada. Y necesite encontrarse con el Padre, buscando un poco de luz y de fortaleza.

La cercanía, la confianza y el encuentro con el Padre son indispensables para superar los momentos difíciles, para no venirse abajo, ante la soledad de tomar decisiones difíciles… y ante el desconcertante silencio de Dios.  Nos advertirá más adelante: «Orad para no caer en tentación».

Por otro lado, los tres discípulos que le acompañan andan también «confundidos», como Abraham, sobre los caminos de Dios.

No aceptan un Mesías fracasado, sufriente, entregado, sacrificado, sin poder ni gloria. Y Jesús tiene que ayudarles a discernir los caminos de Dios, su «voluntad».

Esto vale mucho hoy para la Iglesia: la entrega silenciosa, el silencio, la humildad, el sacrificio, el huir de la gloria, prescindir de todo tipo de ostentaciones…

En la escena que contemplan aparecen tres «personajes». En primer lugar Elías, que representa a los profetas: Ellos hablaban en nombre de Dios -«oráculo del Señor»- anunciadores de la novedad de Dios, del futuro que Dios siempre abre para su pueblo, anunciadores del Mesías.

Por su parte, Moisés  fue el fundador del Pueblo, el redactor de la Ley, el guía hacia la Tierra Prometida, que mana leche y miel. Y en tercer lugar, el propio Dios, representado -como en el Éxodo-  por la nube y una voz que pide: «escuchadle».

Los tres rodean a Jesús… y «desaparecen», quedando Jesús como único protagonista. Es decir: Jesús es el Nuevo Moisés, fundador de un nuevo pueblo, de una nueva alianza, de una nueva ley, un nuevo guía hacia la plenitud.

Jesús es el nuevo «profeta» que anuncia y abre el futuro de Dios, ya no harán falta más portavoces de Dios: Jesús es el único, es la Palabra de Dios.

Por eso también «desaparece» Dios de la escena porque ahora será Jesús, el Hijo Amado, la nueva presencia de Dios entre los hombres (Hebreos, 1, 1-2)

Algunas conclusiones para nuestro camino cuaresmal:

– Invitación urgente al encuentro calmado con Dios, para que él nos ayude a discernir sus caminos, purificar su rostro, y para ser fortalecidos ante la tentación y las pruebas que llegarán en algún momento.

En esa oración no puede faltar la Palabra que es Jesús, escuchándole. Y dejándonos acompañar por él cuando toque «bajar del monte» a la dura realidad de la vida.

– El dolor, el fracaso, la oscuridad, el sinsentido, el silencio de Dios… se abrirán a la luz de la Pascua, son camino para la gloria… si los vivimos confiando en Dios.

No se esfumarán las dificultades que puedan presentarse, como no desapareció la Cruz del horizonte de Jesús, a pesar de ser su Hijo Amado.

Pero la esperanza en el Dios de la vida y de la Luz… nos ayudarán a superarlas. Como hizo Jesús. Contemplarle, escucharle, seguirle… es el único camino para el triunfo.


por Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/


Oración del Papa por el Coronavirus

“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 9PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Video de la Semana

«Me Has Seducido Señor» – Destellos Musicales

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!