Mensajes de la Semana: Octubre 4 del 2020

Evangelio de Jesús4 de Octubre del 2020

Los dueños y señores de la Viña

¡Pues sí que parecen malvados, desagradecidos y criminales todos estos labradores a los que el dueño les encomendó su viña! Con premeditación y alevosía:  “Este es el heredero; venid, lo matamos, y nos quedamos con su herencia”.

De administradores, de encargados, quisieron pasar a ser dueños. Habían confiado en ellos para encomendarles su cuidado y aprovechamiento y se plantearon adueñarse de ella a cualquier precio.

Pero para adueñarse de algo, hay que quitar al dueño de en medio, en este caso, al heredero. Uno se pregunta cómo es posible este cambio tan radical.

¿Se equivocó el dueño al elegirles para gestionar su viña?

¿Algo en ellos se «corrompió» al ocuparse de sus tareas en la viña? ¿Cómo es posible que «todos» sin excepción se pasaran al lado oscuro?

La parábola no entra en esos detalles, pero a mí me ha inquietado bastante toda esta descripción de Jesús.

     Esta historia la dirige Jesús directamente nada menos que a los “sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo”.

Por una parte, de manera elegante y diplomática, anuncia su propia muerte el  “heredero Jesús”.

Y de una manera también elegante y diplomática, pero muy directa acusa y reprocha a los que se han hecho (o lo pretenden) dueños de Dios, de la salvación, de la Ley, de su Palabra, de su voluntad…

      Ciertamente que tiene no pocos riesgos e inconvenientes cantarles las verdades a los de arriba, a los que tienen la sartén por el mango, a los Jefes y «mandamás» (curiosa y significativa palabra, por cierto).

Para ello se necesita tener mucha libertad de espíritu. A los de abajo cualquiera se atreve a decirles lo que sea.

No hace falta ser muy valientes para decirles las verdades aunque duelan, porque tenemos una rara habilidad para detectar y echar en cara a los de abajo las cosas que hacen mal, pero con los de arriba hay que tantearse mucho, porque suelen contar con recursos para defender las «alturas» en las que andan situados.

Pero toda esta situación, está parábola, ¿tiene algo que decir a nuestro mundo de hoy, y particularmente a la Iglesia?

Porque, como dice la antífona del Salmo de hoy: «La Viña del Señor es la casa de Israel».

O como decía Isaías: «La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido.

Esperaba de ellos derecho… esperaba justicia…«. Nosotros somos su viña, y nosotros hemos recibido el encargo de cuidarla y ayudarla a producir. 

 Puede que sea evidente, pero no está de más subrayarlo: nadie es, ni puede hacerse dueño de la Iglesia, porque ya tiene un Dueño.  Y en ella todos somos viñadores, labradores, servidores, encargados.

La Iglesia no tiene más dueño que Dios y su heredero Jesucristo. Todos los demás somos servidores y empleados.

Muy bien que el Señor haya considerado que se  puede fiar de nosotros, y nos haya encomendado su cuidado. Es todo un honor al que hay que saber corresponder, mostrar que no se ha equivocado al elegirnos.

Uno de nuestros teólogos ha escrito:

      «Sólo hay comunidad cristiana allí donde el Espíritu suscita la nueva obediencia a la soberanía de Cristo. Una Iglesia animada por el Espíritu no puede servir a otro Señor que no sea Jesucristo. 

Este señorío de Cristo es el que ha de liberar también hoy a la Iglesia de falsos señores, impuestos desde afuera o desde dentro.

La Iglesia no es de la jerarquía ni del pueblo, ni siquiera de los pobres. Es de su Señor. No es de éste ni de aquel movimiento; no pertenece ni a la cultura moderna ni a una tradición concreta.

Es de su Señor. Y ese señorío ha de impedir siempre que la Iglesia quede en manos de la autoridad absoluta de una jerarquía, o se convierta en una especie de “asamblea popular».

Del señorío de Cristo nace una comunidad de hermanos que busca ser fiel a su único Señor”.

J.A. PAGOLA. Fidelidad al Espíritu en situación de conflicto.

      A Jesús lo mataron literalmente los que se sentían dueños de la viña. Y esto ya no se puede repetir, claro. 

Pero hay otras maneras de quitar de en medio al “heredero» para hacernos dueños de su viña.

Por ejemplo considerar al laicado como de segunda categoría en la Iglesia.

Ha dicho el Papa Francisco:

“Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable.

La Iglesia no crece por el proselitismo sino por la “atracción”.

Pero ¿puede haber atracción allí donde uno es marginado y que carece de voz y decisión?”

     La Iglesia ha tenido y sigue teniendo una gran tentación, en la que ha caído y cae no pocas veces: que una de sus partes necesarias e imprescindibles (la jerarquía y los sacerdotes) asuma/absorba todos los ministerios.

Dueños de la Palabra. Dueños de las decisiones. Dueños de los discernimientos. Dueños de lo que se hace y se puede hacer.

No es raro, por tanto, que los laicos (la inmensa mayoría de los fieles), a pesar de estar bautizados, y por ello ser como todos «sacerdotes, profetas y reyes», acaben sintiéndose y siendo «espectadores» en la Iglesia, simples oyentes, receptores de las decisiones que van  tomando los que entienden y tienen la responsabilidad de mandar. 

Como si la viña no se les hubiera encomendado también a ellos como “viñadores y trabajadores”.

A menudo ha pesado más el  “señorío sacerdotal” que el «Señorío de Jesús”.

Y hay que reconocer con tristeza que una inmensa mayoría de laicos no se plantea qué puede y debe aportar a la comunidad cristiana en la que vive su fe.

El lenguaje, que es limitado pero significativo, no habla de participar o celebrar la Cena del Señor, sino de «oír» misa.

¡Con lo que queda expresado su rol principal: el de «oír»! Y así no es rato escuchar aquello de  “yo no creo en la Iglesia”, la Iglesia “es de los curas”… 

Aunque no está de más decir que también encontramos laicos más clericales que el propio clero, y que quieren imponer a toda costa sus puntos de vista.

     Al menos desde el Concilio Vaticano II se está intentando devolverles lo que es suyo.

O si se quiere: redistribuir y mentalizar a unos y a otros que nadie sobra, que todos los carismas y ministerios son necesarios.  Y más si cabe en estos tiempos de «deserción» en la fe de tantos hermanos.

      Últimamente venimos hablando mucho de «sinodalidad».

Hasta hay previsto un sínodo. Ha dicho el Papa:  «una Iglesia sinodal, es una Iglesia de la escucha. Escuchar y sentir.

Es una escucha recíproca: pueblo fiel, colegio episcopal, obispo de Roma.

Los unos escuchando a los otros, y todos a la escucha del Espíritu Santo, el espíritu de verdad, para saber qué dice Él a la Iglesia«. Precisamente «sínodo» significa «caminar juntos».

        Se trata, por tanto -y así hay que enfrentar este Tercer Milenio-, de recuperar la conciencia del Señorío de Jesús en la Iglesia y a la vez recuperar la conciencia de que todos los demás somos “viñadores y labradores”, cada uno según su carisma.

La Iglesia no es de unos pocos. La Iglesia es de Jesús. Y sólo será verdadera Iglesia cuando logre ser la Iglesia del Señorío de Jesús, que se pone sinodalemente a la escucha de lo que Espíritu Santo tiene que decirnos hoy.

      En este mes de Octubre, misionero por excelencia, en el que celebraremos pronto el Domund, y la fiesta del gran Misionero Claret… es tiempo de preguntarnos todos: qué hago yo y qué mas puedo hacer por la viña del Señor, y cómo. Pues cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará conmigo?


Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
ciudadredonda.org

Novena a Los Angeles Custodios

Primer Día de la Novena a los Ángeles Custodios

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, 
y porque os amo sobre todas las cosas, 
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. 
Amén.

Oración para cada día de la novena

A Vos, santo Ángel de mi Guarda, acudo hoy en busca de especial favor. Habiéndote puesto Dios por custodio y protector mío, nadie como Vos conoce la miseria y las necesidades de mi alma y los afectos de mi corazón. Vos sabéis el deseo que tengo de salvarme, de amar a Dios y de santificarme; mas, ¡ay!, también sabéis mi inconstancia y lo mucho que he ofendido a Dios con mis faltas y pecados. Vos, que sois para mí el guía más seguro, el amigo más fiel, el maestro más sabio, el defensor más poderoso y el corazón más amante y compasivo, alcanzadme de Dios la gracia suprema de amarle y servirle fielmente en esta vida y poseerle eternamente en la gloria.

Y ahora os ofrezco humildemente los pequeños obsequios de esta Novena, para que también me alcancéis las gracias especiales que en ella os pido, si no son contrarias a la gloria de Dios y al bien de mi alma. Así sea.

Primer día

¡Oh buen Ángel custodio! ayudadme a dar gracias al Altísimo por haberse dignado destinaros para mi guarda.

Os pido que por intercesión de María, me alcancéis de Dios un fervoroso espíritu y la práctica de una oración constante para agradecer a Dios todos sus beneficios, y especialmente el de teneros por celestial custodio mío.

(Se dicen las intenciones de la novena)

Oración a la Santísima Trinidad

Para obtener de Dios las gracias que esperamos, ¡oh buen Ángel de la Guarda!, en unión vuestra y de todos los otros Ángeles del cielo, y por mediación de la Virgen Maria, Madre de Dios y Madre nuestra, saludo ahora a la Trinidad Santísima con el Trisagio angélico, diciendo de todo corazón:

Santo. Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Padre Eterno: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Hijo Unigénito: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Rezar al Espíritu Santo: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.

Ángel de mi Guarda

Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
pues la bondad divina me ha
encomendado a ti, ilumíname,
dirígeme, guárdame.
Amén.

Ángel de mi Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Ni vivir, ni morir en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Maria y la Euaristia

Oración del Papa por el Coronavirus

“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 9PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration will begin June 14th, every Friday 9PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ANGEL:

¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido.

Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)

 

Salir

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!

 
 

Mensajes de la Semana: Septiembre 27 del 2020

Evangelio de Jesús27 de Septiembre del 2020

¿Voy o No Voy A «Mi» Viña?

Pongamos el contexto a la escena del Evangelio de hoy, imprescindible para entenderla correctamente.

Jesús se encuentra en Jerusalem, en los últimos días de su vida.

Lo primero que Jesús ha hecho, según la versión del Evangelio, después de entrar por última vez en la ciudad, ha sido expulsar del Templo a los vendedores y cambistas (Mt 21, 12-13), manifestando así desacuerdo y enfrentamiento con las autoridades religiosas, que buscarán la forma de acabar con él. En este contexto es donde Jesús cuenta la parábola.

      ¿Por qué ese conflicto de las autoridades del Templo con Jesús?

Jesús ha presentado con claridad y radicalidad un rostro de Dios que es Padre bueno y misericordioso, que muestra su preferencia y cuidado por los «enfermos», los pobres, pecadores y marginados…

Un Dios que pone a las personas por encima de las normas y tradiciones, y cuyas entrañas se conmueven ante los muchos abandonados como ovejas sin pastor (ellos, que son teóricamente sus pastores), un Dios de vida y amor.

Por su parte los sacerdotes y dirigentes piensan y actúan desde un Dios del Templo y de los sacrificios, un Dios que pone montones de condiciones para ganarse su favor, que fundamenta las divisiones y exclusiones, que justifica las marginaciones: el pecador, el leproso, el extranjero, los buenos y los malos, los creyentes y los no creyentes…

Es un Dios que excluye y rechaza a unos (de los que las autoridades del Templo pasan a tope) y que lo ordena y regula todo milimétricamente, con ellos como mediadores absolutos.

      No pensemos que esto son cosas del ayer remoto, de hace 21 siglos…

También hoy, dentro de nuestra Iglesia, aparecen personajes muy similares, con autoridad, que se escandalizan y tachan de hereje a un Papa que se sale de «lo de siempre», y que parece que se salta las sagradas tradiciones y enseñanzas de siempre,  que parece muy comprensivo y cercano con comportamientos tradicionalmente inmorales…

Y hay un número  de cristianos que recuerdan con añoranza a Papas anteriores, a quienes consideran con mayor autoridad moral… sobre todo porque se sentían confirmados en sus opiniones y fastidiados o desconcertados por las del actual. 

    Dejando esto a un lado, este Evangelio nos invita (como el domingo anterior) a preguntarnos cuál es nuestra imagen o idea, o rostro de Dios.

El real, el que se descubre detrás de nuestras opciones y acciones, ¿coincide con el que nos presentó Jesús?

     Repetir en nuestras celebraciones que «creemos en un solo Dios Padre…» tiene poco valor si nuestra «creencia» no va acompañada de un determinado estilo de vida.

Según las encuestas, muchos españoles que se reconocen católicos, al mismo tiempo se declaran abiertamente en contra de los inmigrantes, cuando son pobres (= «aporofobia», según Adela Cortina).

Un solo Dios y Padre no puede estar muy contento con nuestras fronteras y divisiones. Recordemos que hoy es la 106 Jornada Mundial del migrante y del refugiado.

Ha escrito el Papa para este día:

«La pandemia nos ha recordado cuán esencial es la corresponsabilidad y que sólo con la colaboración de todos —incluso de las categorías a menudo subestimadas— es posible encarar la crisis.

Debemos «motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad»

Tampoco es aceptable la agresividad con que se expresan algunos hermanos por cuestiones políticas o de cualquier otra índole.

No pretendo dar ni quitar razones a nadie, ni organizar aquí un debate.

Pero sí tengo que decir que «el tono», actitud y lenguaje con el que muchos expresan sus posturas está bastante lejos del espíritu fraterno y evangélico: no tienden puentes, no tratan con respeto, no ofrecen alternativas… sino que más bien abren heridas, buscan culpables, y provocan divisiones y enfrentamientos… incluso con los más cercanos.

Así entiendo las palabras de san Pablo:


«No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros.

No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás«.

Bueno será revisarse en este punto.

Así entiendo las palabras de san Pablo:

«No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros.

No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás«.

Bueno será revisarse en este punto.

La parábola de hoy presenta a un «hijo» que desobedece rotundamente a su padre, no le reconoce su autoridad, se siente con el derecho de no hacerle caso.

El otro, en cambio, parece todo un modelo: «Sí, padre, lo que tú digas, padre, enseguida...». Pero «¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?».

    Aquí es donde se juega lo importante. A lo mejor el desobediente termina por ir a la viña no por la autoridad de su padre, sino por convencimiento: la viña es de su padre, como también lo es suya.

Hay que cuidarla, trabajarla, porque si no será también su propia ruina. Puede que sea un insolente, un maleducado y un chulo,… pero le preocupa la viña y se ocupa de ella. 

     El otro, en cambio, cuida mucho las apariencias, se muestra disponible, contesta como debe ser, pero se engaña sobre todo a sí mismo. Es un hipócrita.

Las palabras, las proclamaciones de obediencia, las supuestas creencias, y el sentimiento de familia se quedan en nada. No ha descubierto que la viña también es suya.

    Es más probable que nos reconozcamos en el segundo hijo. A menudo se nos va la fuerza por la boca.

Nos cargamos de buenas intenciones, y nos declaramos dispuestos a colaborar en muchas cosas… y luego los hechos desmienten nuestras palabras.

Se firman declaraciones y derechos y compromisos en favor de la justicia, del reparto de ayudas, de la acogida de inmigrantes, de desarme, de… ¡Papel mojado!, y pocas veces reclamamos a quienes los firmaron tan solemnemente, poniendo «cara de foto». Se llama «falta de coherencia».

Esto daña mucho nuestra credibilidad. No se trata de que seamos perfectos, porque somos criaturas frágiles, y nos equivocamos, nos despreocupamos, nos vencen los miedos…

Pero sí se trata de lo que San Pablo nos pedía hoy: «No obréis por rivalidad ni por ostentación, no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás, y  dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir».

Si Jesús echaba mano hoy de una parábola, invitando a revisar posturas, quiero terminar yo con una anécdota de Mahatma Gandhi:

En la India había hubo una mujer cuyo hijo menor era diabético, y no sólo era un goloso tremendo del azúcar, sino también un admirador de Gandhi. Aquella madre decidió buscar la sabiduría de Gandhi, y tomó un tren con su hijo para encontrarle.

Cuando llegaron, tuvieron que esperar bastantes horas hasta que les dieron permiso para hablar con él. Una vez que la madre hubo explicado la historia, Gandhi le respondió: 

– “Por favor vuelve en 15 días.”

Pasado el plazo, volvieron de nuevo donde estaba Gandhi, esperando su consejo. Esta vez Gandhi se puso de pie, tomó al niño por los hombros, y dijo: 

– “Hijo mío, debes parar de comer azúcar.” 

La madre estaba furiosa. 

– “Con todo respeto, hemos hecho un largo viaje para buscar tu consejo, ¿y esto es todo lo que tienes que decirnos?”

A lo que Gandhi respondió:  – “Señora, no podía pedirle a su hijo que hiciera algo que yo mismo no podía hacer. Hasta ayer no había sido capaz de apartar por completo el azúcar de mi propia dieta.”

         Las palabras y los hechos. Nuestra coherencia. Fraternidad universal, creemos en un solo Dios y Padre, instrumentos de paz, compromiso con la justicia.

Quitemos por fin el azúcar de nuestra dieta. El mundo será mucho más sano. Porque la viña es de Dios… pero también es nuestra. ¿Vas o no vas?


Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
ciudadredonda.org

Santa Teresa de Calcuta

Novena de emergencia que rezaba la Santa Madre Teresa en apuros

Ante la gran cantidad de problemas que afrontaba con frecuencia y en medio de un acelerado ritmo de vida, la Beata (ahora Santa) Madre Teresa de Calcuta inventó una manera de invocar la intercesión de la Virgen María a la que nombró “Novena de emergencia”.

Mons. Leo Maasburg, amigo y consejero espiritual de la Santa, que fue canonizada el 4 de septiembre, explica en su libro ‘Madre Teresa de Calcuta: Un retrato personal’, que esta era “su rápida arma espiritual”.

Las novenas son oraciones que se rezan nueve días y son bastante comunes entre la Congregación de las Misioneras de la Caridad.

Sin embargo, este rezo promovido por la Madre Teresa consistía en recitar diez Memorares en un solo día, de forma rápida, con el propósito en mente.

Un Memorare es una oración de intercesión a la Santísima Virgen, comúnmente atribuida a San Bernardo de Claraval, que la Madre Teresa hacía con frecuencia.

Mons. Maasburg explicó que la Madre Teresa siempre oraba diez Memorares porque “daba la colaboración de los cielos tanto por sentado, que siempre añadía un décimo Memorares de inmediato, en acción de gracias por el favor recibido”.

Esta “Novena de emergencia” tenía una cosa en común con las novenas de nueve días e incluso con las de nueve meses: la confianza abogando por la ayuda divina, como hicieron los apóstoles durante nueve días junto con “María, la madre de Jesús, y las mujeres” (Hechos 1:14) a la espera de la ayuda prometida por el Espíritu Santo.

La Santa Madre Teresa utilizaba esta oración constantemente para pedir por la curación de un niño enfermo, antes de conversaciones importantes, cuando los pasaportes desaparecían, para solicitar la ayuda celestial cuando las provisiones se acababan, etc.

El P. Brian Kolodiejchuk, postulador de la causa de canonización de la Santa Madre Teresa, señaló:

«En una ocasión que la Santa enseñaba que el Memorares “expresa de manera efectiva su confianza en el poder de la intercesión de María como mediadora de todas las gracias”.

“Fluye desde el amor y la confianza que tenía en María; era una forma sencilla de presentarle sus peticiones.

La rápida respuesta que recibía era su inspiración para recurrir a la Madre del Cielo cada vez con mayor confianza a través de las palabras del Memorares”, añadió.

La oración es la siguiente:

“Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio y reclamando Vuestro Socorro, haya sido desamparado por Vos.

Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos.

Desde este punto y desde esta hora en que saliste al mundo para bien del mundo yo te reconozco y tomo por Señora mía, y te doy el parabién y vasallaje como a Reina soberana del cielo y de la tierra, y madre de mi Señor Jesucristo.

Tú, Virgen purísima y niña sacratísima, tómame por esclavo perpetuo y de tu Hijo benditísimo, para que yo, con verdadero y santo gozo, me goce hoy de tu glorioso nacimiento.

Amén.

Maria y la Euaristia

Oración del Papa por el Coronavirus

“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 9PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration will begin June 14th, every Friday 9PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ANGEL:

¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido.

Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)

Salir

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!