Mensajes de la Semana: Diciembre 11 del 2022

Evangelio de Jesús11 de Diciembre del 2022

El Bautista: invitado a convertirse

 Es oportuno el mensaje que nos encontramos en este tercer domingo de Adviento.

El Adviento nos recuerda que el Señor ya vino, hace mucho tiempo, en las periferias de Belén.

Tenemos la esperanza de que regrese para hacer definitivamente el Reino que comenzó con su predicación, muerte y resurrección.

Pero hasta ese día desconocido, el Señor está continuamente viniendo, saliéndonos al paso, presente en nuestra realidad histórica y personal concreta: y nos preparamos para acoger esa continua visita. 

Hemos sido llamados a despertar y espabilarnos, y a preparar el camino al Señor, y a convertirnos

Pero puede ocurrirnos como al último de los profetas (Juan): que no seamos capaces de reconocerlo. Por eso es necesario que nos detengamos en este Evangelio de hoy.

  • Lo primero es que no es fácil reconocer al Mesías de Dios.

Guiado por los profetas, Israel lo estuvo esperando durante siglos, sin embargo cuando llegó, hasta a las personas espiritualmente más preparadas y mejor dispuestas les costó entenderlo, acogerlo y aceptarlo.

Bastantes no lo consiguieron, y el mismo Juan Bautista fue presa del desconcierto
Si el Mesías de Dios no sorprendiera ni provocara interrogantes, dudas e incluso incredulidad, probablemente no vendría de Dios…

Toda la Historia de la Salvación es una cadena de sorpresas e imprevistos comportamientos de Dios.

Como decía Dios por medio de otro de los profetas: «Mis caminos no son vuestros caminos». 

  • Mateo nos presenta la duda que surge en la mente del precursor, y que, por medio de algunos discípulos, plantea directamente a Jesús, y recoge la respuesta que Jesús le dio.

           Juan se encuentra en prisión por haber denunciado el comportamiento inmoral del rey Herodes, que se quedó con la mujer de su hermano.

Allí le tratan con cierto respeto, le permiten estar en contacto con sus discípulos, y se mantiene informado de la actuación de ese Jesús al que él mismo había anunciado como el Mesías cercano…

  • Y en esas circunstancias, su fe comienza a vacilar. Envía entonces a sus discípulos a preguntar: “¿Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (v. 3).

           Para entender su perplejidad, hay que tener presente la imagen del Mesías que desde pequeño le habían transmitido los líderes espirituales de su pueblo.

Desde prisión, en su cabeza da vueltas el repetido anuncio de los profetas, que esperan un  “libertador” (Is 61,1), que restablezca en el mundo la justicia y la verdad. Pues entonces: ¿por qué Jesús no interviene en su favor?

             El Bautista aguardaba y había anunciado un Mesías-juez riguroso, que arremetería contra los malvados.

Y de ahí su sorpresa: Jesús no sólo no condena a los pecadores, sino que come con ellos y se jacta de ser su amigo (Lc 7,34).

No quiere apagar la llama que aún humea, ni romper la “caña cascada” (Mateo12:18-20)

No destruye ni amenaza a los pecadores, antes bien, tiene para ellos palabras de salvación y de vida.


  • A los enviados del Bautista, Jesús no les da explicaciones, ni entra en razonamientos ni discusiones: se presenta como el Mesías, enumerando seis signos que también se encuentran en los profetas: la curación de los ciegos, de los sordos, de los leprosos, de los tullidos, la resurrección de los muertos y el anuncio del Evangelio a los pobres.

Todos ellos signos de salvación, ninguno es de condena. Está surgiendo, pues, un mundo nuevo.

  • Jesús concluye su respuesta con una bienaventuranza, la décima que se encuentra en el evangelio de Mateo: “bienaventurado quien no se escandaliza de mí”, invitando así, discretamente al Bautista para que reconsidere sus convicciones teológicas (a que se convierta).

             Un Dios bueno y misericordioso para con todos no entraba en los esquemas de Juan.

 Se imaginaba un Dios duro y exigente, pero se encuentra con un Dios discreto y débil; esperaba intervenciones llamativas, y sin embargo los acontecimientos se suceden como si el Mesías no hubiera venido (su injusta prisión, por ejemplo): es un Mesías discreto y respetuoso.

  • El tiempo de Adviento y Navidad es, por tanto, una invitación para revisar nuestras ideas, convicciones y esperanzas sobre cómo es Dios y cómo actúa.

Puede ser que, hoy como entonces, las ideas que hemos recibido de la tradición, esas «intocables» afirmaciones y condenas que algunos hoy defienden a capa y espada sobre cómo actuar con los pecadores y excluidos, apoyándose en las Escrituras y en los Dogmas… pueden estar totalmente equivocadas.

Ya nos ha dicho Jesús: El Mesías llega con misericordia. Llega curando, acogiendo, sanando, buscando con ternura a la oveja perdida, recibiendo de nuevo en casa al hijo impresentable que se alejó y derrochó todo lo que había recibido.

Un Mesías que se encuentra en un discreto establo, naciendo con la belleza y el sigilo, con la fragilidad con la que nacen todos los niños. Un Mesías que pide permiso y ayuda a una doncella desconocida de Nazareth… y así sucesivamente.

  •         Por eso, la fe en el Dios que se revela en Jesús va siempre acompañada de dudas, incertidumbres y de dificultad en creer.

El Bautista representa al verdadero creyente, que se debate entre muchas perplejidades y dudas, que se cuestiona continuamente… pero no reniega del Mesías aunque no encaje con sus ideas o con las tradiciones que ha recibido, y que se atreve a poner en duda sus propias convicciones.

No tiene que sentirse preocupado quien encuentra dificultades para creer, quien se siente perdido frente al misterio y los enigmas de la existencia, quien dice no entender los pensamientos y el proceder de Dios.

             Sí debe preocuparse, en cambio, quien confunde sus propias certezas con la verdad de Dios, quien tiene respuesta inmediata para todas las preguntas, quien tiene siempre a mano algún dogma que imponer, quien no se deja nunca cuestionar…

           En definitiva: recuperar la capacidad de asombro y sorpresa… y «reconocer al Mesías» en estos hechos: «los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados».

Cuando «quedan atrás la duda y la aflicción», cuando «el desierto florece», «se fortalecen las manos débiles», cuando las gentes pueden retornar en paz a su tierra. 

Es decir: cuando se lucha, defiende y acompaña la dignidad del hombre y la vida. Porque entonces, hoy y siempre el Señor viene en persona a salvar. No es tan difícil reconocerlo ¿no? ¿o sí?


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.

Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, prudentísimo Custodio de la Divina Familia, el linaje escogido de Jesucristo.

Preservadnos, Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción.

Sednos propicio y asistidnos desde el cielo, poderosísimo protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos, y sostenidos por vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Cántico de María – Adviento – Instrumentos de Jesús y María

Pidamos el don de Temor de Dios.

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 109. En los campos de Jocanán y en los de Doras

Capítulo 110. En casa de Jacob


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!

 
 

Mensajes de la Semana: Diciembre 4 del 2022

Evangelio de Jesús4 de Diciembre del 2022

¿Nos Preparamos Para Que Venga El Señor?

                Se me ocurre comenzar por una pregunta que me vengo haciendo estos días: ¿Realmente estoy convencido de que «viene el Señor»?.  Lo cantamos repetidamente en estas semanas de Adviento: «Ven, Señor, no tardes».

Y hay ya encendidas mil luces en las calles. Y andamos acelerados con las agendas y las compras…. Y el Profeta del Adviento anda dando voces: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos», “preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».

        Conviene recordar que lo que celebramos los cristianos en la Navidad no es, simplemente, que hace dos mil y pico años, nació el Señor en Belén de Judá.  No se trata de un simple recuerdo

Es una afirmación de fe: Desde aquella noche en la cueva, en el pesebre, hay un «Dios-con-nosotros», hay un Dios que forma parte de nuestra historia, de nuestros caminos, hay un Dios que vive mi vida conmigo, con el que me puedo encontrar a solas, al que siento, con el que dialogo, y que tiene como misión ayudarme a vivir una vida con sentido, que merezca la pena, de la que me pueda sentir orgulloso, en la que consiga ser feliz. 
              Y cuando la Iglesia nos invita a celebrar este tiempo, nos está queriendo animar a que nos abramos, actuemos (conversión)  para renovar aquella venida y nuestra acogida personal al Señor.

No necesariamente «vendrá el Señor» precisamente el día 25 de diciembre. El Señor está continuamente viniendo, saliendo a nuestro encuentro, en las mil situaciones de nuestra vida… y hay que saber reconocerlo y acogerlo.

No sea que nos pase como al posadero de Belén: Que le demos con la puerta en las narices porque ya no nos queda sitio. 

O como a los Sacerdotes del Templo: que «lo saben», saben que viene, saben adónde… pero no se toman la más mínima molestia de salir a su encuentro.

Mejor que seamos como los pastores, como los Magos de Oriente.  Mejor aún, como José y María.

           Sólo si tenemos la fe, la confianza, la seguridad de que «viene Dios», tendrá sentido que celebremos estas fiestas. No es nada infrecuente sque nuestra vida se vuelva un poco «desierto». Como el que elige como «tribuna» al Bautista. Porque hay muchas circunstancias personales, sociales, políticas, personales… que arrasan con todo.  

  • Cuando hay desierto, hay soledad, nos quedamos solos, nos perdemos. Habrá, pues, que ponerse  a trazar/preparar caminos para poder reencontrarnos con las personas y con Dios, de una manera más profunda, más satisfactoria, menos «disfrazada» y más sincera.
  • Al encontrarnos en el desierto la vida se vuelve muy difícil.  Será necesario que hagamos algunas obras de «ingeniería» para que nuestra vida no se agoste y sea fecunda, genere vida alrededor, encuentros, brotes en el viejo tronco, ilusiones, proyectos…
  • En el desierto es facilísimo perderse. Bien sabemos que en tales circunstancias no sabemos por dónde tirar, qué decidir, con quién contar… y nunca es buena idea caminar dando tumbos y gastando las pocas fuerzas inútilmente.

Habrá que preguntarse cómo marcar alguna ruta, seleccionar algunos objetivos a nuestro alcance, preguntar, pensar con calma, orar…

  • En el desierto abundan los espejismos: esos «maravillosos» lugares que parece que tienen todo lo que nuestra infinita sed necesita… pero que son eso, «espejismos», engaños que nos dejarán vacíos, agotados, cabreados, sin ganas, sin esperanza…

A veces los espejismos nos los ofrecen desde fuera (nos rodean tantos vendedores de humo…) y otras nos autoengañarnos. En estos casos la palabra más adecuada será «discernir».

           ¿Entonces? Juan Bautista nos ha dicho que hay que hacer cambios: «Convertíos, dad los frutos de la conversión». 

Por eso es necesario encontrar un espacio y un tiempo para que cada uno vea lo que tiene que preparar, cómo tiene que prepararse para que ese desierto deje de serlo, para salir de él, para que el Señor pueda volver a pasar por nuestra vida, y quedarse en ella.


Algunas pistas sencillas, desordenadas, sólo por sugerir:

  • Hacer una limpieza a fondo de nuestra casa/habitación, echando fuera tantos trastos acumulados, intentando poner orden, deshaciéndonos de lo que nos estorba y no nos deja estar a gusto con nosotros mismos. 

Cambiar o suprimir hábitos, actitudes, manías, criterios, quizá personas concretas…). Procurar superar enfrentamientos personales y familiares. Reconciliarse con Dios y con su Iglesia sería una ayuda estupenda


     • Preparar un Belén con cariño, con detalle, aunque sea supersencillo… pero no como «adorno», sino como lugar para meditar y orar todos los días un rato.

Para dialogar con el Dios de la cuna, y con todos los personajes que lo acompañan. Y si no, al menos, pásate por alguno de los se montan en distintos lugares cercanos a tu casa y dedícate a contemplar en silencio y orar.      

  • Procurar que las «comidas y cenas» en que participemos y preparemos, haya antes alguna cuidada oración que recuerde a todos lo que estamos realmente celebrando.
  • Hacernos el firme propósito de leer (cada día?) con calma algunos pasajes de la Escritura. Mejor si son los que sugiere la Liturgia de la Iglesia, porque están cuidadosamente seleccionados para este tiempo.

Nos lo ha indicado hoy San Pablo: «Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza».

Hay libros que acompañan estos pasajes con una breve reflexión. Aunque mucho mejor si esa reflexión/oración la hacemos nosotros mismos.

  • Revisar cuidadosamente nuestros gastos de estos días.

No nos dejemos engañar por los espejismos o por el ambiente.  Es un contrasentido celebrar al «Dios que nació pobre entre los pobres» tirando la casa por la ventana (aunque la crisis nos forzará a hacer no pocos recortes), y atiborrándonos de cosas que, en el fondo, no necesitamos absolutamente para nada. 

Y mejor todavía si destinamos un porcentaje de nuestros gastos a alguna Asociación o causa a favor de los más necesitados.

  • Repasar nuestras listas de direcciones y contactos y hacer una oración personalizada por cada una de esas personas que nos importan.

Y reflexionar, de la mano de Dios, si es conveniente una conversación  tranquila, o tener algún detalle especial, o visitarles… ¡o lo que sea!, porque tal vez los tengamos un poco descuidados. 

Y no pienso sólo en esos de los que nos acordamos «sólo» por Navidad, pues no es raro que tengamos «descuidados» a los más cercanos.

  • Procurar escuchar más, y hablar menos

Estar más pendientes de los otros, y un poco menos de nosotros mismos.

No permitir que la Televisión y las Redes invadan nuestros tiempos libres: Mejor dar un paseo juntos, mejor preparar la comida juntos, o lavar juntos los platos, en vez de poner el lavavajillas; mejor acudir juntos a Misa un día que no toque o cuando se pueda. 

Mejor enviar alguna felicitación (aunque sea por el móvil) que no lleven esas «frases tópicas», que no se nos escape un «felices fiestas», porque lo que celebramos los cristianos no son «fiestas» sino la Natividad del Señor, y cuando podamos, incluir alguna frase de la Escritura, una oración sencilla, algo que merezca la pena.

Lo «nuestro» no son los gatos, los elfos, los calcetines, ni los gorritos colorados, etc

No hace falta seguir. Cada cual elija alguna de éstas u otras que le ayuden.
Sólo recordar: Lo que «nos» importa de estos días es «preparar el camino AL SEÑOR».

Es el propio Señor el quien llega pidiendo que le ofrezcamos un sitio (mejor) en nuestras vidas. No pide gran cosa: Ya sabéis que aquella vez se conformó con una cueva y un pesebre.

Y será estupendo que esta Navidad sea «feliz» porque haya renacido algo/Alguien en nosotros.


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.

Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, prudentísimo Custodio de la Divina Familia, el linaje escogido de Jesucristo.

Preservadnos, Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción.

Sednos propicio y asistidnos desde el cielo, poderosísimo protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos, y sostenidos por vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Llegará con la Luz – Adviento – Instrumentos de Jesús y María

Cuidado con la imprudencia y la desobediencia

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 107. Jesús y su Madre en casa de Juana de Cusa

Capítulo 108. Discurso a los vendimiadores


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

¿Te Gustó Esta Entrada? ¡Compártela en las Redes Sociales!