Mensajes de la Semana: Octubre 16 del 2022

Evangelio de Jesús16 de Octubre del 2022

Orar Sin Desanimarse

“La fe cristiana nos ofrece una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente.

El presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”. (BENEDICTO XVI, Spe Salvi, n°1)

   ♠ La parábola de Jesús nos presenta dos personajes:

+ El primero es un juez, cuyo deber es el proteger a los débiles y a los indefensos, pero en vez de eso, es un insensato irresponsable, inicuo, corrupto, malvado… 

Él mismo, en su monólogo, reconoce que la mala fama que se ha ganado está bien justificada: “Aunque no temo a Dios, ni me importan los hombres”… 

+ El segundo personaje es una viuda.

En la literatura del antiguo Medio Oriente y en la Biblia es uno de los símbolos o prototipo de la persona indefensa (junto con el huérfano, el pobre y el inmigrante), expuesta a abusos y fraudes, que, teniendo en cuenta su condición, no puede contar con ninguna ayuda o mediación… más que al Señor.

El libro del Eclesiástico se conmueve frente a esta condición y amenaza al que abusa de ella:

Dios es justo y no favorece a nadie contra el pobre; escucha las suplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repiten su queja; mientras corren las lágrimas por sus mejillas, y a las lágrimas se añade el gemido, sus penas consiguen su favor y su grito alcanza las nubes” (Eclo 35,15-21).

 ♠  Pues la viuda de esta historia ha sufrido una injusticia. No sabemos cuál. Pero reclama sus derechos, sin que el juez nadie le haga caso.

Seguramente no dispone de dinero para un abogado, ni conoce a nadie que se ocupe de su causa, o la pueda recomendar.

Sobre todo no tiene un «varón» que la defienda en aquella sociedad tan machista. Sólo le queda hacer una cosa: importunar al juez continuamente, con obstinación, a riesgo de parecer y ser una pesada.

 ♠ La parábola continúa con el monólogo del magistrado, que ya harto  decide por fin un resolver el caso. No porque se esté arrepentido de su comportamiento inaceptable, sino porque está agotado y fastidiado por la insistencia de la mujer: «esta viuda es muy molesta, me importuna, se ha vuelto insoportable» (vv. 4-5).

 ♠  ¿Y a quién representa el juez malvado? Desde luego que no representa a Dios, porque él mismo dice que «no teme a Dios». Dios no es un juez distraído de sus obligaciones y responsabilidades, al que habría que dar la lata para que haga justicia. Dios es justo y misericordioso siempre y en todos los casos. Y él es mucho mejor que nosotros, sin duda alguna. 

          Este personaje sin rostro sería cualquier autoridad que no cumple éticamente con sus responsabilidades. Sería cualquier poder que evita atender a los que lo pasan peor, que mira para otro lado.

Sería el símbolo del abuso, la corrupción, la deshumanización que tantas veces han visitado y visitan nuestra historia (y del que no sería nada difícil encontrar ejemplos actuales), causando tanto sufrimiento, a personas concretas y hasta a pueblos enteros.

A Jesús le interesa esa situación insostenible que afecta a la viuda porque es la que se van a encontrar a menudo sus discípulos. ¿No fue el propio Jesús víctima de jueces injustos?

 ♠  ¿Y qué hacer entonces? Este es el mensaje de la parábola: orar. Dice Lucas que Jesús contó esta parábola para inculcar «la necesidad de orar siempre, sin desanimarse«.

         La oración en ningún caso puede pretender forzar a Dios para hacer nuestra voluntad. Sería una insensatez -por no decir otra cosa-, que pretendamos cambiar la voluntad de Dios. Es más bien al revés.

Ya lo decía San Agustín:  “La oración no es para mover a Dios, sino para movernos a nosotros“ (Carta a Proba). 

Orar sin desanimarse (mejor que «sin desfallecer»).

El «desánimo» es fácil que se presente cuando no obtenemos los resultados esperados, o no son proporcionales a nuestro esfuerzo, o cuando fracasamos en la búsqueda y defensa de la justicia, y comprobamos tantas veces que el mal se sale con la suya, cuando nuestras oraciones no son atendidas…

En definitiva: «¿para qué orar, para qué seguir, para qué insistir?».


          La oración es el gran medio para no perder la cabeza aun en los momentos más difíciles y dramáticos, cuando todo parece conjurarse contra nosotros y contra el reino de Dios.

Para no perderse entre los múltiples y confusos criterios de nuestra sociedad, para no dejarnos presionar por quien sea, ni tomar demasiado rápido decisiones inadecuadas. Para que no renunciemos nunca a defender y exigir lo justo, lo bueno, lo ético.

 ♠ ¿Cómo se hace para rezar siempre? No está pensando Jesús en que procuremos repetir alguna jaculatoria, o que nos acordemos de él en algunos momentos del día, cuantos más mejor. O en que multipliquemos los rezos.

Todo eso puede estar muy bien, sobre todo si va acompañado de un auténtico sentimiento del corazón y una disposición a hacer la parte que nos toca en lo que pedimos.

Y no está de más que recordemos la advertencia de Jesús para que no seamos charlatanes como los paganos, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar. El Padre celestial ya sabe lo que necesitamos antes de pedírselo (Mt 6,7).

           Pero la oración a la que se refiere Jesús, esa que no debe ser interrumpida, consiste en mantenerse en constante diálogo con el Señor.

Que Él sea nuestro criterio, nuestro apoyo y nuestra referencia para poder valorar la realidad, los acontecimientos, las personas, sin desanimarnos ni confundirnos. Y discernir así nuestros pensamientos, sentimientos, reacciones, y proyectos y opciones posibles…

        Esto significa e implica que Dios nos habla a través de nuestra vida diaria y de lo que va ocurriendo también a otros.

Por ejemplo: un malestar por algo que no hicimos bien o un remordimiento; una inquietud por algo que tenemos pendiente.

Un darnos cuenta de que alguien nos necesita y nos espera. Una llamada para aprender y madurar con algo doloroso o difícil que nos está pasando y preguntarnos cómo actuar sin perder los papeles, sin desesperarnos, sin dejarnos llevar, sin resignarnos, sin renunciar a lo irrenunciable (por ejemplo la justicia que exigía la viuda)…

También en lo positivo nos espera y habla Dios: saborear y disfrutar de algo que nos ha hecho bien, o que nosotros hemos hecho bien.

            En resumen: Mirar nuestra vida despacio, en su compañía, con sus ojos, preguntándonos:

¿Qué me dices, Señor? ¿qué esperas de mí? ¿Cuál es tu voluntad?

¿Qué tengo que cuidar? ¿Qué puedo aprender? ¿Qué decisión debo tomar?, etc 

 ♠ Esta oración de la que habla Jesús supone no tomar ninguna decisión sin haberlo antes consultado con él.

Significa no pasar página si no la pasa él. Si rompemos o prescindimos de esta relación permanente con Dios, si—para utilizar la imagen de la primera lectura—dejamos caer los brazos, inmediatamente los enemigos de la vida y de la libertad saldrán ganando.

Enemigos que se llaman pasión, impulsos incontrolados, reacciones instintivas, intereses de quien sea, presión del ambiente… Ya lo advirtió Jesús en vísperas de su pasión: «Velad y orad para no caer en tentación».

          Para ayudarnos en esta tarea nos decía hoy San Pablo:

«Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena

Lo cual supone que es indispensable contar con ella en nuestra oración: conocerla (incluso estudiarla), meditarla y discernir aplicándola a nuestra vida, y a las distintas situaciones personales y ajenas.

          De esto modo Dios estará presente «siempre» en nuestra vida: en los encuentros personales, decisiones, proyectos, criterios, opciones…

Nos ayudará, como a la viuda, a no acostumbrarnos a lo que no es de Dios, sin cansarnos, sin desanimarnos, siendo incluso pesados y tercos.

Y podremos darnos cuenta de que todo está en las manos de Dios, y que al final hará justicia. Pero si renunciamos a esta oración… nuestra fe se acabará disolviendo y nosotros acabaremos siendo y haciendo lo que no queremos ser ni hacer.

             Pues ánimo y a aprovechar y procurar y cultivar esa presencia cercana de Dios en medio de nuestra vida.


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Mi Virgen Bella – Instrumentos de Jesús y María

Las Cosas Malas que Parecen Buenas

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 93. Tercera lección a los discípulos

Capítulo 94. Curación de la Beldad de Corazín


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

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Mensajes de la Semana: Octubre 9 del 2022

Evangelio de Jesús9 de Octubre del 2022

Un Corazón Agradecido

        He leído en una estadística que cada día damos las gracias más de veinte veces. Las damos cara a cara, por teléfono, por correo electrónico, whatsApp, con SMS…

Muchas veces de forma automática, sin apenas darnos cuenta. Como podríamos haber dicho un «okey», un «vale» o un «bien, estupendo».

Pero, ¿cuántas de estas veces somos capaces de mostrar de verdad gratitud?

Porque hay una gran diferencia entre «dar las gracias» y mostrar nuestro agradecimiento.

 Decir «gracias» a menudo es una respuesta automática, un convencionalismo social, a veces incluso es «interesado»: gracias por su atención, gracias por comprar en nuestros almacenes, gracias por viajar con nuestra compañía y esperamos verles de nuevo a bord

Un Corazón Agradecido

        He leído en una estadística que cada día damos las gracias más de veinte veces. Las damos cara a cara, por teléfono, por correo electrónico, whatsApp, con SMS…

Muchas veces de forma automática, sin apenas darnos cuenta. Como podríamos haber dicho un «okey», un «vale» o un «bien, estupendo».

Pero, ¿cuántas de estas veces somos capaces de mostrar de verdad gratitud?

Porque hay una gran diferencia entre «dar las gracias» y mostrar nuestro agradecimiento.

 Decir «gracias» a menudo es una respuesta automática, un convencionalismo social, a veces incluso es «interesado»: gracias por su atención, gracias por comprar en nuestros almacenes, gracias por viajar con nuestra compañía y esperamos verles de nuevo a bordo…

        Pero el auténtico agradecimiento va mucho más allá de pronunciar la palabra “gracias”: es mostrarle a la otra persona que realmente valoramos y apreciamos lo que ha hecho por nosotros o lo que nos ha dado.

Ese agradecimiento brota cuando uno se siente «especial», emocionado con un detalle (o algo más que un detalle) que han tenido conmigo, cuando te das cuenta de que han procurado agradarte, cuando alguien ha ido mucho más allá de lo que es su obligación, molestándose más de la cuenta, cuando te han hecho sentir «especial»… 

          Por ejemplo: Recuerdo en cierta ocasión por tierras leonesas, que andaba buscando un lugar determinado en una ciudad del todo desconocida para mí, y estaba perdidísimo.

Al parar el coche para preguntarle a alguien que pasaba por allí… aquel buen hombre abrió la puerta del coche, se subió y me dijo: «es muy complicado que se lo explique: yo le voy diciendo»…

Al llegar estábamos bastante lejos del lugar de donde había montado, y al bajarse del coche, le pregunté: «

¿Y ahora cómo regresa usted a donde estaba antes?». Me dijo: «pues regreso con el corazón contento de haberle podido hacer a alguien un favor». Y se alejó con una enorme sonrisa de despedida.

           Otra vez tuve ocasión de acompañar a un hermano de comunidad a hacerse unas pruebas médicas, porque andaba mareado.

Me pareció lo más normal hacerlo. Al poco rato de volver se presentó diciéndome que ya sentía un poco mejor, lo justo para haber salido a comprarme un tarro de altramuces, que sabe que me gustan.

          Y en estas últimas semanas me he visto casi abrumado por tantísimas personas que se me han acercado para despedirse de mí antes de marchar a mi nuevo destino: aplausos, abrazos, regalos, mensajes escritos, lágrimas, agradecimientos por mi trabajo, por mi trato… Incluso de personas con las que no recordaba haber hablado siquiera.

No esperaba tanto en absoluto: sorprendido y reconfortado. Y casi siempre sin saber cómo reaccionar.

Son los pequeños y grandes detalles… que a la vez se convierten en un reto personal: aprender de todas estas personas, imitarlas de alguna manera. Un «gracias» no nos resulta suficiente.
             El gran peligro de nuestras relaciones personales es la «costumbre/rutina» y el «descuido» de estas pequeñas grandes cosas: saber tener detalles y el decir «gracias» conscientemente.

Esta cultura de hoy nos enseña que estamos cargados de derechos, y por lo tanto, los otros están llenos de obligaciones.

Tienen que:  atenderme pronto y bien, escucharme atentos, ayudarme, contestar el teléfono inmediatamente, darme… cuando a mí me hace falta, cuando lo pido, cuando me conviene…


Porque… yo lo necesito, yo lo pago, yo tengo derecho, me lo merezco… Se nos da bien quejarnos y protestar.

Unas veces con razón, y otras sin ella. Pero pocas veces ocurre que alguien te diga a ti o a tus superiores: «me ha servido, me ha ayudado, me ha gustado, se nota que estaba bien preparado…».

En la escena evangélica de hoy, Jesús ha curado «porque sí», sin que se lo hayan pedido siquiera, a diez leprosos.

Ellos sólo reclamaron del Maestro «compasión». Se habrían conformado con que tuviera por ellos un sentimiento de pena, de ternura, de «empatía» con su desgraciada situación.

Lógica consecuencia de su maldita enfermedad que provocaba la indiferencia de la gente, y también odio, rechazo, antipatía, exclusión…

Y es que vivían desterrados de la ciudad, sin contacto con nadie que no fuera un enfermo como ellos, sin recibir ni una caricia, ni una palabra amable, quizá alguna limosna. Había un dicho en tiempo de Jesús:

Cuatro categorías de personas son como los muertos: los pobres, el leproso, los ciegos y los que no tienen hijos”.  Todas las enfermedades eran consideradas un castigo de Dios por los pecados, pero la lepra era el símbolo del pecado mismo.

                  Pues bien: de aquellos diez leprosos sanados… sólo uno se tomó la molestia de regresar «alabando a Dios» a gritos, echándose a los pies de Jesús y dándole gracias. Doble dirección de sus agradecimiento: Dios y Jesús como instrumento suyo. 

          El Maestro se queja: «¿dónde están los otros nueve? ¿Sólo uno ha vuelto para dar gloria a Dios?». Y sólo de él afirma que está salvado. Los diez recibieron el regalo de la curación. Pero sólo uno fue capaz de descubrir detrás de ello la mano de Dios. Para 9 de ellos es «¡qué bien, qué suerte!», a lo mejor «qué majo era aquel Maestro». Pero sólo uno da gloria a Dios. Y de su alabanza y agradecimiento, de ese corazón sensible y de esos ojos creyentes… le ha llegado la salvación.

             Uno recuerda espontáneamente al gran Francisco de Asís, con su canto de alabanza: «Alabado seas mi Señor por el hermano sol, el hermano fuego, la hermana noche, la hermana madre tierra…»

Desgranaba agradecido a Dios mil motivos de alabanza por dones concretos, diarios y frecuentes que descubría por todas partes en su vida. Hasta la muerte era «hermana». Tenía un corazón agradecido.

          En cada Eucaristía, repetimos: «en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar». Y me vienen unas palabras del Papa Francisco, al comienzo de una misa:

«Doy gracias al Señor y os invito a todos a tener un corazón agradecido.  Mirad qué suerte tenemos para estar aquí juntos, compartir, levantar la mente, el alma, la mirada, volver a soñar juntos, en nombre del Evangelio, en nombre de ese Jesús que vive y reina en todos los corazones que lo escuchan».

Y en otro momento reconocía:: «A mi edad uno comienza a aceptar que la vida le pase la cuenta, es decir que le vaya señalando las personas que lo ayudaron a vivir, a crecer, a ser cristiano, sacerdote, religioso… Y, al reconocer el bien que me han hecho tantas personas, voy gustando cada día más el gozo de ser agradecido».

           Es decir: acudir a celebrar la «Acción de Gracias» (que, como sabéis, es lo que literalmente significa «Eucaristía») supone haberse ido preparando durante la semana, en la oración y en la vida diaria, para ir cultivando ese corazón agradecido.

Traer el alma llena de alabanzas al «Bondadoso Señor» (como decía San Francisco) por sus muchos dones, por sus criaturas, por las personas, por sus múltiples regalos.

Desgranar cada día en los tiempos de oración los mil motivos que los ojos de la fe van descubriendo en lo que pasa y en lo que nos pasa. «Siempre y en todo lugar».

        No es suficiente un «te doy gracias por todo, Señor», dicho así en general». Es mucho mejor y nos hace mayor bien, un agradecimiento sorprendido, concreto (con rostros, momentos  y lugares), sintiéndonos en deuda de corresponder, -aunque sea torpemente- a sus dones.

Al menos reconocerlos. Esto nos ayudará también a ser agradecidos con las personas: valorando sus detalles y esfuerzos, aprendiendo de ellos, y multiplicándolos también nosotros.

Un corazón agradecido abre las puertas de la salvación. Un corazón agradecido tiende puentes y reafirma las relaciones. Un corazón agradecido nos hace mucho mejores.

Y yo tengo tanto que agradecer a Dios. Y tengo tantos con los que estar agradecido y expresarlo…


Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

www.ciudadredonda.org/

Oracion:

Oración a San José

Del papa León XIII

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio.

Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas.

Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.

Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.


Oración al Espíritu Santo

Dirigiéndonos al Espíritu Santo decimos:

“Señor, no puedo orar adecuadamente. Soy débil; soy humano; soy frágil.

Me distraigo con facilidad, pensando en mi mismo y en el mundo.

Pero tu Señor, me llevas más allá de eso.

Ayúdame a rezar debidamente.

Ayúdame a centrarme en el Padre, en el Hijo y en Ti Espíritu Santo, para que mi alma pueda recibir la gracia que está ahí para todos los que rezan.

Amén.


Video de la Semana

Angeles de Dios – Instrumentos de Jesús y María

¿Por qué Dios no da todo lo que pides?

Padre Santillán

   

Adoración Nocturna

Adoración nocturna todos los viernes de 8PM a 8AM.

Lugar: Capilla de Guadalupe

Todos son bienvenidos (pueden enviar un texto a Rafael, con las horas que deseen participar 831-210-2364.)

Night Adoration Is Every Friday 8PM to 8AM in the Guadalupe chapel, everyone is welcomed, (please send a text to Rafael with times you’ll be participating 831-210-2364).

Oración a la Santísima Virgen María

Gracias por ser Santa María.

Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos
y vividos.

Gracias por tu sencillez, por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones,
tu ternura, tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús
y nuestra.
Amén.

MEDITAMOS EL EVANGELIO CON MARIA VALTORTA

Capítulo 91 Primera lección a los discípulos en Nazaret, en un olivar

Capítulo 92. Segunda lección a los discípulos


PARA MEDITAR

Reza esta jaculatoria después de cada decena del Rosario:

«Quiero Atar a mis Hijos a tu Corazón»

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